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HISTORIAS DE AMOR Y MUERTE EN EL INFIERNO DE ANNUAL(1921)

Durante 11 días, los defensores españoles de Monte Arruit resistieron con firmeza los continuos ataques de Abd el-Krim y sus hombres. Estaban en territorio hostil ya que incluso las tribus o kábilas antes aliadas de España de la zona se habían pasado al bando musulmán. Había entonces pocas posibilidades que llegaran refuerzos desde la Península, Ceuta o Melilla.

ANTECEDENTES: LA COLONIZACIÓN DE MARRUECOS:

En 1912 se estableció el protectorado español de Marruecos por el Tratado de Fez, que en realidad era una concesión un 5% del territorio marroquí (unos 20 000 km²) que incluían la región montañosa del Rif, cercana a las posesiones españolas del Norte de África de Ceuta y Melilla.

Tras la firma de este tratado, en el caso franco-español, todo el poder político, económico y militar de Marruecos se encontró de repente en manos de estos dos países y de un número creciente de colonos europeos que intervenían activamente en la colonización del país instalándose en las nuevas tierras y llegando a especular con ellas mediante su compraventa a los lugareños a veces a precios de saldo para luego, explotarlas sin contar con la mano de obra local.

Mientras tanto, al ser el Rif una zona de protectorado se respetan ciertas estructuras de poder preexistentes de manera simbólica con el sultán máxima autoridad marroquí (firma las leyes del protectorado) y es representado en la zona española por un delegado o jalífa. Sólo escapa al control español la autoridad religiosa (ulemas, etc...).

Con la llegada de las primeras tropas al protectorado se produjeron las primeras rebeliones contra España. Ya en 1912, había sido sofocada en el Rif, cerca de Melilla, una sublevación encabezada encabezada por El Mizzian, un jeque local.

Cuando la ocupación comenzó a asentarse surgió otro nuevo foco rebelde, esta vez en Yebala (la zona que va desde el Atlántico a las estribaciones del Rif y donde está Tetuán), y capitaneada por Ahmad al-Raisuni, quien conquistó zonas de Asila y la costa atlántica haciéndose señor de las mismas. Su rebelión duraría hasta hasta 1919.

Mientras en España, por Real Decreto del 30 de enero de 1920 , se nombra al general Manuel Fernandez Silvestre para el mando de la Comandancia Militar de Melilla. Silvestre también lo fue de la de Ceuta y entre sus deseos estaba poder controlar esta zona hasta Alhucemas.

El 14 de Octubre de ese mismo año, la famosa ‘ciudad azul’ de Xauen, hasta entonces territorio vedado a los europeos, cayó en manos de Alberto Castro Girona. Sin embargo, al disponer de pocas tropas para asentar el dominio en la nueva zona conquistada y asegurar el acceso a Tetuán, capital del Protectorado español, fue necesario construir un frente de 400 fortines rudimentarios o ‘blocaos’ que cubrían el camino por el valle alto del rio Martín y hacia el mar por el valle del Lau. Los blocaos constituían una línea fortificada que se distribuían cada 30 km aproximadamente en sitios altos y dominaban grandes extensiones. Tenían el inconveniente de que muchos de ellos no tenían ni agua y había que traerla en recuas de mulas a diario. Estos fortines y puestos ópticos tenían también una función de comunicación (heliógrafos), en otros casos era administrativa y en su mayoría eran puestos militares de vigilancia.

PRIMEROS PASOS PARA ABRIR UN FRENTE.

En España, el 12 de Marzo de 1921, jura como presidente del gobierno el conservador Manuel Allendesalazar por encargo del rey Alfonso XIII tras la muerte de Eduardo Dato.

Ese mismo día, el general Silvestre completa un nuevo avance en otro frente. Ocupa Sidi Dris, en la desembocadura del río Amekran (antes Wad Kabir) en una operación anfibia que comenzó con el desembarco de Afrau (12 de Enero de 1921).

Siguiendo los secos afluentes de las cuencas del Kebir y del Kert que marcan un camino en dirección a la Bahía de Alhucemas, Silvestre llega a un límite que rebasa imprudentemente, adentrándose en la cabila de Tensamán y ocupando el aduar de Annual, donde establece el campamento.

¿CÓMO ERAN ESAS TROPAS?

Las fuerzas españolas del Protectorado estaban formadas por soldados a menudo reclutados por la fuerza, muy poco entrenados, que estaban pésimamente alimentados y pagados. Llevaban por armamento fusiles y artillería anticuados y pesados (la mayoría datando de 1898, la Guerra de Cuba y Filipinas), por uniforme algunos llevaban todavia el famoso rayadillo de finales del siglo XIX y por calzado, unas rústicas abarcas y alpargatas poco adecuadas para el suelo rocoso y polvoriento de aquellas latitudes.

Junto a las tropas españolas había tropas indígenas -Regulares indígenas- procedentes de estas cabilas recientemente pacificadas y afectas a España (a menudo compensadas con ‘duros de plata’) y policías indígenas rifeños.

Además, las tropas estaban poco equipadas, con cañones anticuados y sólo 30 ametralladoras para defender a todo estos ejércitos del Protectorado.

Mientras tanto, los rifeños, contaban con armamento variado. Podían luchar con sus armas blancas y espingardas antiguas pero contaban también con algunos rifles de importación españoles y sobretodo franceses como los Máuser, más modernos y de última generación. En algunos casos, soldados indígenas colaboraban con ellos proporcionándoles pólvora y armas. Incluso, hubo proveedores de rifles españoles y franceses. Sin embargo, no contaban con la preparación adecuada en temas de artillería; de hecho, en una de estas campañas del Rif dejaron con vida a un militar artillero a cambio de que él les explicara cómo funcionaba la artillería española. Pero él, antes había inutilizado la artillería y resistió a la presión dejándose morir de inanición en las mazmorras de Abd el-Krim por proteger el secreto de su funcionamiento.

LA CAMPAÑA DEL GENERAL SILVESTRE.

En su campaña de penetración tierra adentro y la ampliación del territorio hasta Alhucemas, el general Silvestre, tras arduas negociaciones, consiguió convencer a las tribus locales cabilas de someterse a la autoridad de España a cambio de compensarles económicamente pero se olvidó de desarmarlas.

Confiado en poder avanzar reforzó los nuevos territorios sometidos con más puestos de avanzadas y los ‘blocaos’ ya mencionados y logró penetrar 130 kms tierras adentro. Sin embargo, fue una táctica errónea ya que la dura orografía marroquí y la atomización de estas posiciones defensivas, acabaría sumiéndolas en casi un aislamiento que sería fatal para poder recibir refuerzos como veremos.

EL DESASTRE DE MONTE ABERRÁN Y LA VICTORIA ESPAÑOLA DE SIDI-DRIS

El 1 de Junio de 1921, Silvestre ocupó el Monte Aberrán y allí estableció un puesto fortificado. Las tropas españolas comandadas allí acantonadas eran cabilas y rifeños en su mayoría con sólo unos pocos españoles (50), la mayoría oficiales.

Por la tarde los rebeldes rifeños aliados de Abdel-Krim atacaron la fortificación a las se unieron las tropas cabilas supuestamente aliadas y algunas decenas de policías indígenas al servicio de los españoles. Los españoles se defendieron con 4 cañones de 75mm de la 1ª Batería de Montaña. Rapidamente agotaron los 360 proyectiles disponibles tirando incluso con la espoleta a cero, es decir, al menor alcance.Uno de los oficiales, el teniente Flomesta, viendo que se la posición podía perderse y que los rebeldes capturarían sus piezas, inutilizó personalmente una de ellas y ordenó a sus artilleros que hicieran lo mismo con las restantes. Después, hubo un combate cuerpo a cuerpo fusil en mano, y más soldados, junto a los artilleros disponibles, se sumaron a la defensa de los parapetos. Tras varias horas de combate había 141 bajas en las tropas españolas.

Al día siguiente, Abdel-Krim dirigió a su harka contra Sidi-Dris, la localidad costera que sirvió de puente de avanzada a las tropas españolas, y la asedió durante un día entero. Sin embargo, los soldados españoles, comandados por Julio Benitez lograron rechazarlos. Los rifeños rebeldes tuvieron más de 100 muertos.

ABD EL-KRIM CONTRAATACA.

Mientras tanto, el líder rebelde musulmán, aprovechando que su prestigio se había acrecentado con la toma de Monte Aberrán y el ataque a Sidi-Dris, iba obteniendo más y más apoyos entre las tribus rifeñas y cabilas y consiguió que su harka aumentara de 3000 a 10.000 hombres, aprovechando el descontento popular de sus paisanos contra España. Varias fueros los detonantes y animadversión contra la administración española: los policias indígenas a los que acusaban de abusos y saqueos, la ruina que trajo las varías sequías sucesivas de años atrás y el hambre que azotaban a la zona. Si a eso añadimos, que la poca riqueza y trabajo que había sobre todo en la zona de Monte Arruit se lo llevaba la mano de obra occidental además de la especulación y los abusos de algunos arrendatarios europeos que se quedaron con tierras de algunas de estas kábilas, todas estas circunstancias eran un caldo de cultivo de un descontento que Abd el-Krim explotó a su favor muy bien contra España.

CONTRAOFENSIVA DE SILVESTRE. LOS COMBATES DE IGUERIBEN Y LA LOMA DE LOS ÁRBOLES.

Mientras tanto, el general Fernández Silvestre, ignorando estas circunstancias y aún partidario de la negociación, subestimó la amenaza rifeña que se estaba fraguando. Tampoco tomó medidas de protección especiales aunque sí decidió ocupar cuatro plazas para asegurar la defensa del campamento de Annual. El 3 de Junio, se ocuparon Talilit y se establecieron las posiciones intermedias "A" y "B": para proteger el acceso al campamento de Annual desde retaguardia por el barranco de Izumar hasta Ben-Tieb.

Después, ordenó ocupar Igueribén el 7 de junio buscando un puesto fortificado para defender el campamento de Annual por su lado sur. El puesto quedó defendido por 355 hombres al mando del comandante Mingo del Regimiento de Infantería Ceriñola nº42 que fue luego sustituido por el ya mencionado comandante Julio Benítez, del mismo regimiento y defensor de Sidi-Dris. La fortificación era precaria, formada por dos hileras de alambre de espino y sacos terreros y estaba rodeada por una orografía dificil con muchas pendientes, barrancos y de acceso dificil para la caballería. Tampoco disponían de agua estando la fuente más cercana a varios kms. de distancia.

Entre el 14 y el 16 de Junio tuvo lugar el enfrentamiento de la Loma de los Arboles, a 2 kms. de Annual y a 1 km de la posición de Igueriben y su ruta de aprovisionamiento de víveres y agua. El 14 de junio Abd el-Krim atacó la posición para hostigar desde la la loma a Igueriben y Annual pero fue repelido con fuego de fusilería y artillería desde estas defensas españolas y las bombas de un aeroplano que salió desde Melilla.

El 14 de Julio, los rebeldes rifeños atacaron el puesto de Igueriben y al día siguiente al convoy encargado de suministrar agua a esta zona. Posteriormente, cercaron a los hombres de Benítez con un ejército infinitamente superior (un contingente que acabaría siendo de entre 8.000 y 10.000 marroquíes)

Hacia el 17, los defensores españoles estaban sin agua debiendo machacar patatas y beber de su jugo. A los heridos les proporcionaban el liquido de las conservas de tomate y pimiento. Con el paso de los días la situación se hizo crítica teniendo que recurrir a beber tinta, colonia o incluso orina mezclada con azúcar.

El día 21 se mandó un convoy de auxilio desde Annual con 3000 hombres, pero quedó detenido justo antes de llegar a Igueribén atacado por las fuerzas rifeñas que masacraron en un par de horas a 152 hombres.

A las cuatro de la tarde de ese día las tropas españolas decidieron hacer una evacuación en masa. El comandante Benítez envió una petición de ayuda y llegó a decir a Silvestre: “Parece mentira que dejéis morir a vuestros hermanos, a un puñado de españoles que han sabido sacrificarse delante de vosotros, dice al general silvestre. Silvestre le ordenará que capitule, a lo que, molesto, Benítez responderá que “los oficiales de Igueriben mueren, pero no se rinden”

Acabada la munición artillera, y tras la duodécima salva, los españoles comenzaron a defenderse con fusilería y a intentar una evacuación. Sin embargo, la mayoría de los 392 soldados españoles fueron aniquilados en dicha salida. Benítez fue él último en intentar salir de Igueribén con algunos hombres, pero no lo logró, pues también falleció.

Mientras, Silvestre intentó enviar refuerzos a Igueribén pero en vano.

Sólo un oficial y 11 soldados lograron llegar a Annual donde dieron parte de la caída de Igueribén.

EL DESASTRE DE ANNUAL

Con estas noticias adversas, el desánimo y la falta de moral inundaron el campamento español de Annual. En esos días, la unidad militar acogía a unos 5000 hombres (3000 españoles y 2000 indígenas), con una fuerza de combate de 3 batallones y 18 compañías de infantería, 3 escuadrones de caballería y 5 baterías de artillería. 5000 hombres que eran insuficientes frente a los 10.000 que ya componían las fuerzas rebeldes de Abd el-Krim.

El campamento de Annual disponía de víveres para cuatro días y municiones para un día de combate, pero carecía de reservas de agua.

La noche del día 21 de Julio se reúnen los oficiales y discuten sobre la viabilidad o no de la retirada. Los oficiales partidarios de replegarse justifican la retirada diciendo que así los soldados tenían más posibilidades de sobrevivir y poder llegar en un buen número al cercano campamento de Dar-Drius, mejor pertrechado y defendido y con posibilidad de acceso al agua.

También, se lanzaron mensajes radiofónicos a Tetuán y a Ceuta, que alguna nave recibió y se reexpidió a Madrid, declarando que se hallaba en situación desesperada y anunciando que, bajo su responsabilidad, ordenaba la evacuación a la par que se pedían refuerzos para la ayuda.

De Ceuta comenzaron a moverse unidades para ir al rescate y desde Melilla y Madrid también se ordena salir a las primeras fuerzas militares de refuerzo.

Mientras tanto el enemigo estaba a pocos metros de las alambradas, especialmente cerca del sector de las unidades Regulares Indígenas Españolas. Los rebeldes rifeños les dijeron que se vinieran con ellos dado que son “hermanos de nación”.

Los oficiales y soldados peninsulares están tensos esa noche, pocos son los que descansan pues se temen que sean una quinta columna de los rifeños y se unan a ellos.

El dia 22 de Julio amanece y comienzan de nuevo a oírse disparos. Fuera, tres columnas de 2.000 marroquíes cada una se acerca peligrosamente hasta el campamento español. Durante la mañana hay otra reunión de oficiales, Muchos, como el coronel Manella, sentenciaron que lo mejor era quedarse allí hasta el último hombre para, al menos, satisfacer el “heroísmo hasta el infinito”, pero Silvestre prefiere evitar que la situación vaya a peor, optando por la retirada a un puesto más favorable.

Se acuerda la salida del campamento y dejar parte del material no militar, víveres, muebles del campamento, etc.. para que los marroquíes se entretengan con el saqueo y ganar tiempo mientras se huye.

Sólo se llevan las cajas de municiones para poder resistir militarmente a los ataques rifeños.

A las 11:00 se organizaron dos convoyes, uno para retirar los mulos con la impedimenta, y otro para el grueso de la tropa, los heridos y el armamento pesado. Nada más salir por la puerta, los españoles comienzan a ser tiroteados por los marroquíes.

Cogidos por el fuego marroquí, el caos se apodera del bando español. Se entremezclan en la desbandada la caballería, con los mulos y los soldados entre órdenes y contra órdenes. Un testigo contaba: “Las acémilas que pasan a recoger enfermos y heridos se cruzan y estorban con las que han de salir, con las de artillería que esperan, con los caballos de silla, con las parejas de soldados que entran y salen llevando cubas y cantimploras, con nuestros mismos jefes y ayudantes que nos escoltan”.

Además, para empeorar la situación, centenares de policías regulares indígenas acaban por traicionar a sus aliados españoles, matan a sus oficiales y se unen a los sublevados participando en el acribillamiento de los desbandados españoles.

Sin embargo, los Regulares nativos del comandante Llamas permanecieron leales y defendieron Annual por su lado sur y fueron replegándose en paralelo a las tropas por las montañas por escalones para atacar desde ahí a los rifeños que perseguían a los españoles. Esto ayudó a que los españoles replegados pudieran pasar por el paso de Izumar y ganaran tiempo.

Tardaron media hora en evacuar el puesto de Annual, quedándose en la retaguardia los soldados del regimiento Ceriñola, al mando del sargento José Montserrat Castejón.

Silvestre, que aún estaba en el campamento, se quedó también con una unidad protegiendo a los heridos que iban siendo evacuados y tuvo tiempo aún para seguir defendiendo lo que quedaba del campamento. Según unos testigos, resultó herido en una pierna y se suicidó con su pistola sabedor de la muerte que podría tener a manos rifeñas y por las consecuencias que podía tener burocráticamente su derrota.

La derrota de Annual provocó además la deslealtad del resto de la Cábilas que hasta ese momento eran aliadas a la causa española, y que se unieron a los rebeldes espoleados por la idea de venganza y las ansias de botín.

Los pequeños puestos y blocaos (fortines) españoles de los alrededores de Annual fueron cayendo en cascada: Las posiciones de Buy Meyan, Izumar, y Yebel Ubdia fueron barridas. En Ulad Aisa, Dar Haes Busian y Terbibin, las guarniciones fueron asesinadas. La guarnición de Dar Quebdana negoció la capitulación; tras la entrega de las armas, fueron descuartizados con toda crueldad. La de Timyast y Sidi Abdallah huyeron hacia Tizi Johoren, pero los soldados fueron abatidos en la huida.

En su huida resultaron muertos unos 2000-3000 peninsulares y Regulares leales a España y los otros miles, comandados por el general Navarro, segundo en el mando de la Comandancia de Melilla, llegaron a Dar Drius, posición bien fortificada y con agua disponible.

Mientras, otras columnas formadas por soldados, mercaderes y colonos huyen hacia Melilla.

Peor suerte corren decenas de heridos y enfermos, que incluso llegan a ser abandonados a su suerte y muertos por los rifeños.

EL DESASTRE DE MONTE ARRUIT

Aunque Dar Drius parecía ofrecer ciertas ventajas, sin embargo, la superioridad numérica de sus enemigos la volvió enseguida una posición muy vulnerable ya que las tropas de Abd el-Krim se fueron también acercando hasta la nueva plaza donde resistían los españoles.

Por otro lado, los españoles creían no había salvación posible.

Por ello, los españoles decidieron replegarse hacia el camino a Melilla a través de Ben Tieb, Barbel y Tistutin en donde se evacuaron las tropas que estaban allí además de las de El Batel. En total , eran unos 3.000 hombres huyendo hacia Monte Arruit, situado en lo que hoy es la provincia de Nador y a sólo 30 km de Melilla.

Para poder avanzar a este puesto fortificado, había que atravesar un paso y el río Igán.

Al llegar allí se apoderó el desorden y el caos entre los oficiales y soldados españoles ante la presencia numerosísima de tropas rebeldes marroquíes. Para poder proseguir la marcha y cruzar el río, se usaron contra el enemigo las ametralladoras primero.

La llegada de la Unidad de Caballería de Cazadores de Alcántara nº14 dirigida por el teniente coronel Fernando Primo de Rivera, hermano de Miguel Primo de Rivera ayudó a que un número importante de soldados pudiera marchar adelante. En las sucesivas cargas e perecieron el 80% de sus miembros defendiendo a sus compañeros. Sólo una pequeña parte pudo llegar con la columna de navarro.

Tras seis días de agotadora marcha, los restos de la columna del general Navarro alcanzaron las murallas de Monte Arruit la mañana del día 29 de Julio.

La posición estaba guarnecida por una sección de la 1ª Compañía Provisional del Rgto. “Ceriñola” núm 42, al mando del teniente Antonio García Fernandez, con unos 48 hombres de tropa.

El recinto militar tenía unos 500 metros de perímetro y 10.000 metros cuadrados en su interior. En su interior se hallaban tres barracones y casas dedicadas a depósito de Intendencia, casa de Policía, horno y residencia del jefe de la posición.

Navarro llegó por fin, trayendo unos 900 hombres, muchos heridos, enfermos e inútiles. Una vez reunidas las fuerzas, se cifraron en un número aproximado de unos 3.017 los hombres presentes en la posición, procedentes de la columna Navarro y de las posiciones en retirada que pudieron retenerse en Monte Arruit. Para ellos se disponía de 23 sacos de arroz, 16 sacos de judías y 10 sacos de garbanzos, algo de café, azúcar y 109 litros de aceite. Respecto a municiones y armas, éstas eran escasas también.

El aislamiento se hizo mayor cuando las guarniciones inmediatas de Nador y Zeluán se rindieron en los primeros días de agosto, cortando toda línea de comunicación y suministros. El 2 de agosto rechazaron un ataque de los moros rifeños que acabó con 60 bajas entre los rebeldes y ese mismo día 40 soldados desertaron en masa.

El 31 de julio una granada destrozó el brazo de Fernando Primo de Rivera, el héroe del río Igán, que fue operado sin anestesia, y murió el 5 de agosto por causa de la gangrena.

Decenas de soldados fueron muertos o hechos prisioneros al buscar agua (“las aguadas”, como decían entonces). En una de las acciones llegaron incluso a ocupar un pozo cercano pero se contaminó al caer muerto en el agua un soldado español. Los marroquíes desbarataron todo intento de suministrarse con agua de los españoles realizando trincheras y parapetos que detenían estos intentos.

Durante 11 días, los defensores españoles resistieron con firmeza los continuos ataques de Abd al-Krim y sus hombres los cuales bombardeaban con cañones y lanzaban granadas de mano, dinamita y piedras continuamente, obligando a la tropa estar permanentemente presente en el parapeto y causarles numerosas bajas. En una ocasión los disparos de cañón abrieron una brecha en el muro y los rifeños tuvieron que ser rechazados en un combate cuerpo a cuerpo con armas blancas.

A pesar de estar a tan sólo 30 Km. de Melilla, el fuerte de Monte Arruit quedó totalmente aislado de ayuda española, enteramente abandonado a su suerte.

Con la moral por los suelos, atendiendo a centenares de heridos y sin agua ni víveres, los defensores de Monte Arruit dependían enteramente de los suministros que pudieran lanzarles desde aviones provenientes de Melilla, entre ellos barras de hielo de 12 metros que convenientemente derretidas, proporcionaban agua a los defensores. Sin embargo, la mayoría del material de ayuda arrojados por estos aeroplanos acabaron en territorio enemigo.

En los días finales habían muerto unas 400 personas de infecciones o por las heridas y más otras por combates. En total quedarían unos 2500 soldados y oficiales, la mayoría heridos, como el mismo general Navarro que lo estaba en una pierna. Tampoco había comida ni agua.

Vistas las condiciones, el general Berenguer, Alto Comisario de España en el Protectorado, autorizó la rendición formal el 9 de agosto ante la imposibilidad de que un ejército de 25.000 hombres que había llegado a Africa para ayudarles pudiera hacerlo por su falta de entrenamiento, disciplina y por tener una salud pésima. El gobierno quiso así evitar un 2º Annual.

RENDICIÓN Y TRAICÓN RIFEÑA.

Se pactó a través de un intermediario marroquí, Idris bin Said, la rendición de la plaza con las siguientes condiciones:

  • Organización de un convoy con los heridos, que viajarían con la columna, proporcionando los marroquíes los medios de transporte para los mismos.

  • El resto de la columna sería escoltada por los jefes rifeños hasta el puesto español más cercano (“El Atalayón”).

  • Los heridos más graves quedarían en la posición con los médicos y una guardia de 50 hombres.

  • Los soldados entregarían todo el armamento (solo les quedaban a los españoles unos cinco cartuchos por fusil); los oficiales podrían conservar sus pistolas.

Se redactó con los jefes rifeños un acta de cumplimiento por escrito en árabe.

El día 11 de Agosto comenzaron a salir los primeros efectivos españoles, los heridos del primer convoy y el siguiente de los soldados ya desarmados. Tras ser desarmadas las dos primeras compañías, un grupo de rifeños metió dentro de las casas a los oficiales y a algunos soldados y comenzaron a asesinar a los heridos y soldados desarmados.

Los soldados que aún no habían sido desarmados tomaron posiciones con la escasa munición que les quedaba e intentaron defenderse inútilmente pues al poco cayeron víctimas de la superioridad numérica de los rebeldes rifeños. En total, las tropas de Abd el-Krim asesinaron a más de 2000 hombres. Sólo sobrevivieron 61 efectivos, entre ellos el mismo Navarro, que fueron hechos prisioneros y llevados a Axdir, capital de los rebeldes. Tras año y medio de cautiverio, fueron rescatados por la suma de 80.000 duros de plata.

Los cuerpos de los soldados españoles muertos fueron maltratados y profanados y así quedaron, hasta que en Octubre de 1921 una nueva expedición pudo recogerlos y darles cristiana sepultura.

Pero no todos tuvieron esa suerte... En 2012 mientras se hacían excavaciones arqueológicas en Monte Arruit aparecieron los restos momificados de un soldado, sin duda español. Se le encontró una petaca con las insignias P.G. y en su pecho un sobre con la siguiente carta fechada el 8 de agosto de 1921, un día antes de la autorización para hacer capitular la plaza.

La carta es de una belleza absoluta, llega a conmovernos mientras la leemos porque es un un documento vivo, escrito de primerísima mano, para entender los padecimientos de un humilde soldado de a pie, sus preocupaciones, las arengas de los oficiales apelando a valores patrióticos para animar a los soldados, y el recuerdo que deja su joven amada que deja allá en Málaga quien además es su prometida. Es una carta bella, pero triste porque habla y se tiñe de muerte. El joven está temeroso de morir pero deja en sus últimas líneas un amor que transciende la muerte, como ese “polvo enamorado” del que habla Quevedo en un conocidísimo soneto.

Mi dulce María, Nunca pensé escribir esta carta, pero lo preocupante de la situación me lleva a ello. Llevamos días atrincherados y defendiendo Monte Arruit, apenas tenemos agua y comida. Los moros nos cercan y nos hacen fuego, cada día tenemos nuevas bajas, ya sea por causa enemiga o por efecto del calor, y no tenemos medicamentos ni medios de asistencia sanitaria. Según dicen, el General Berenguer le ha prometido a Navarro que mandarán refuerzos desde Melilla, pero la ayuda nunca parece llegar. Hay descontento y pesar entre los hombres aquí. Hay rumores fiables de que se negociará la rendición de la plaza, pero no sabemos mucho más al respecto. No sé qué pasará, hemos pasado muchas penurias en esta maldita guerra, pero como la de Monte Arruit no la he vivido. Ya se sabe como actúan los moros y tengo mucho miedo por lo que pueda pasar, estamos prácticamente a su merced y no creo que podamos resistir mucho más el hostigamiento al que nos someten. En el campamento tratamos de animarnos los unos a los otros; por su parte, día tras día, los oficiales nos recuerdan lo que implica ser un soldado español con arengas patrióticas, pero lo que más nos reconforta, dentro de lo que se puede, es la camaradería que hacemos todos en estos difíciles momentos. La verdad que no sé por qué te estoy contando esto, supongo que por egoísmo al desahogarme con este papel. No quiero robarte más líneas, ya que esta carta es para ti: la dulce niña de mis ojos, mi morena, mi malagueña, mi razón de vivir, mi anhelo, la estrella que me guía en las noches, la única persona por la cual suspiro día tras día y me reconforta pensar que pronto te veré, que pronto te abrazaré, que pronto te besaré y que pronto me casaré contigo. Dios sabe lo mucho que te quiero. Aún me acuerdo de la primera vez que te vi, con aquel vestido azul, tu pelo negro azabache recogido en un coco, esos ojos verde esmeralda que son capaces de cegar más que este sol africano y convertir a cualquier hombre en estatua de sal con sólo regalarle una mirada tuya. Me acuerdo de la canasta de mimbre llena de pescado que llevabas pues venías del mercado y como yo, apoyado en la pared de la calle de mi casa, quedé absorto ante tu belleza. Te eché un piropo cuando pasaste por delante mía, no pensé que me hicieras caso, ya que tal hermosura tiene que estar acostumbrada a que te los digan, pero giraste tu preciosa cara, me miraste y me sonreíste. Bendito piropo aquel. Te pedí acompañarte a casa para hablarte por el camino y me lo permitiste. Desde entonces fuimos inseparables, me costó que tu padre me aceptara, pero ya sabes que la insistencia siempre ha sido mi virtud. Aún me tiemblan las piernas cuando me acuerdo de aquel primer beso que te robé en la puerta de la casa de tu tía, se nos paró el mundo alrededor en ese instante. En fin, hay tantas cosas que podría contar… Seguro que mientras lees esto estás esbozando una sonrisa. En estas líneas que llevo hablando de ti se me ha olvidado momentáneamente todo lo que estoy pasando aquí. Siempre serás mi mejor medicina y el remedio de todos mis males. Ya sabes que al comienzo de esta carta te dije que nunca pensé escribirla. Es de despedida, mi amor. Si recibes esta carta será porque yo ya no estaré. No quiero ser egoísta y por ello te pido que no me guardes luto, que no te apenes por mí, que rehagas tu vida lo más pronto posible y que no me eches en falta pues yo siempre estaré contigo en cada momento de tu vida. Que seas muy feliz y que hagas realidad todos tus sueños, ya que los míos se cumplieron cuando me dejaste amarte. Quiero que sepas que mis últimos pensamientos son para ti y que siempre te querré y cuidaré allá donde esté. Monte Arruit a 8 de agosto de 1921. De tu soldadito, Pedro.


Aunque el llamado Desastre de Annual se refiere solo al 22 de julio, la retirada comprende cuatro episodios repartidos entre los días 17 de julio y 9 de agosto de 1921: Igueriben, Annual, río Igan y Monte Arruit, en los que murieron entre 8.000 y 10.000 hombres.

BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA

  • Annual 1921: el desastre de España en el Rif, Manuel Leguineche, Editorial Alfaguara (1999).

  • Morir en África. La epopeya de los soldados españoles en el Desastre de Annual, Luis Miguel Francisco , Editorial Crítica (2014).

  • El Alcántara en la retirada de Annual,Antonio Bellido, Colección Adalid (2005).

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