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1539, EL ASEDIO DE CASTELNUOVO: Una Numancia española en Montenegro.


Tras la Batalla de Préveza (1538), la Liga Santa intentó una vez más contraatacar al Imperio Otomano y llegar hasta Constantinopla si fuera preciso. Para ello, los españoles conquistaron una plaza, Castelnuovo situada en lo que es Montenegro. Pero Solimán no tardó en reaccionar y mandar sus tropas a asediar la fortaleza ahora española.

Durante 22 días, un contingente de unos 4000 soldados de Tercios y aliados greco-albaneses resistió tenazmente contra los Turcos hasta que sucumbió como siglos atrás hicieran los griegos en las Termópilas.

ANTENCEDENTES: DE LA BATALLA DE PRÉVEZA A LA CRISIS DIPLOMÁTICA CON VENECIA.

Hacia 1539 los turcos mantenían la frontera en Europa del Este en Hungría sin apenas cambios. En el Mediterráneo, en cambio, la alianza secreta firmada entre Francisco I y Solimán permitió al primero disponer de las flotas de Dragut (Turgut Reis) y Jayr al-Din Barbarroja como aliadas suyas en el Mediterráneo Occidental. Francia conseguía importantes ventajas fiscales y comerciales para negociar con las vilayêt (provincias) del Imperio Otomano en tanto que los Otomanos obtenían de Francia derechos similares y la protección de sus puertos para la Flota turca. Esto hizo que la amenaza turca estuviera más cerca que nunca de España y de sus posesiones italiana.

La Liga Santa que había promovido Paulo III comenzó a fracturarse: Los líderes de los países miembros recelaban unos de otros, los italianos que aportaban el mayor número de naves criticaban a los españoles el ocupar mandos altos en la armada pero no reconocían que tenían un mayor número de hombres y en la propia Castilla, las Cortes eran reacias a apoyar una guerra tan arriesgada y poco provechosa. Francia practicaba una política de doble rasero, aunque parecía estar neutral o al menos fiel a la Cristiandad, seguía manteniendo relaciones con los turcos.

El 28 de septiembre de 1538 recordemos, tuvo lugar la derrota de Préveza, que supuso un desastre para los logros de la Santa Liga y destruyó gran parte de los recursos náuticos de ésta.

CONQUISTA A LOS TURCOS DE CASTELNUOVO.

Sin embargo, los planes siguieron adelante: Para tender una cabeza de puente que permitiera acceder a los dominios turcos en Europa Oriental, un ejército de entre 4500 y 5000 hombres compuesto de venecianos y españoles de los Tercios Viejos de Nápoles, comandados por Francisco Sarmiento se dirigió, en Octubre de 1538, a la estratégica fortaleza de Castelnuovo, actual Herzeg Novi, y localizada en Montenegro a unos 40 km de la República de Ragusa ( hoy, Dubrovnik, Croacia). Esta ciudadela defendía el Golfo de Cattaro.

Esta fortaleza estaba ocupada por los turcos. Tras un asedio por mar y por tierra, Castelnuovo cayó en manos cristianas. Sin embargo, esta conquista abrió otra brecha ya en la frágil alianza de la Liga Santa. Surgieron disensiones entre los venecianos y los españoles ya que los venecianos reclamaban esta zona como puerta y defensa de sus posesiones del Adriático en tanto que España por el número de soldados también se abrogó derechos para detentarla y acabó por quedarse con la plaza. España acabó por ocupar la plaza y colocando su enseña, a pesar de las reclamaciones de Venecia. Finalmente, la Serenísima acabó saliéndose de la Santa Liga abriendo una crisis diplomática que anticiparía el final de la Liga Santa.

Tenía esta fortaleza una parte alta o ciudadela y otra más baja donde estaba la población civil defendida a su vez por murallas bajas y baluartes de artillería.

Castelnuovo, a mediados del siglo XVI.

ESPAÑA SE ATRINCHERA EN CASTELNUOVO

España tomó entonces posesión y colocó su bandera en la fortaleza. Se dejó a su cargo a Francisco Sarmiento con 12 compañías de infantería española y portuguesa de 300 hombres cada una, 150 jinetes de caballería ligera y unos 15 artilleros. Un total de unos 4.000 hombres. También estaban con ellos, comandados por Andrés Escrapula y un noble llamado Jorge, 80 infantes greco-albaneses y 25 jinetes. También había entre ellos varios civiles y religiosos, como el clérigo genovés Jeremías, capellán de Andrea Doria y nombrado obispo de la plaza junto a algunos mercaderes y monjes.

Sarmiento reforzó las defensas y organizó así los pertrechos, hombres y defensas de su nueva asignación así como una política de aproximación a los cristianos locales para ganáserlos:

«Primeramente el dicho maestre de campo (…) ha de hordenar y procurar, quel amistad y buena hermandad, que agora se tiene con los súbditos de (…) la Señoría de Venecia se conserve y aumente. Otrora se ha de procurar (…) buena amistad con los pueblos y gente principal de los cristianos moriacos (…) dando a entender a todos la potencia y benignidad de S.M y de la Santa Liga. Otrosi (…), y en caso que se tenga aviso cierto, si cerca deste lugar hay alguna banda de turcos, y pareciendo que se les puede dar alguna buena mano o encamiçada, y hazer buena presa de ellos ó de sus haziendas y ganados, podrá permitir el dicho maestre de campo que para tal caso puedan salir hasta myil hombres.”

Sólo unas 50 naves españolas comandadas por Andrea Doria pueden apenas ayudarles pero al abrirse otros frentes de batalla como Francia tienen orden de retirarse abandonando a Sarmiento y sus hombres a su suerte.

LLEGAN LOS TURCOS. PRIMERAS ESCARAMUZAS.

Sin embargo, la Sublime Puerta no tardó en reaccionar y pasados unos meses, Solimán ordenó a Barbarroja recuperar la fortaleza. En Julio de 1539, Barbarroja se hallaba ante las puertas de Castelnuovo con una poderosísima fuerza naval y terrestre: 130 galeras, 70 galeotas y 20.000 soldados (entre ellos, 4.000 jenízaros), que bloqueaba por mar la entrada al Golfo de Cattaro. Por tierra, un ejército de 20.000 hombres se desplegó en la retaguardia, a espaldas de la fortificación, comandados por Ulamen, gobernador de Bosnia de origen persa.

Tras dos incursiones de tropas de exploración y de jenízaros que resultaron aniquiladas por los españoles, Barbarroja decide traer y desplegar el resto de sus hombres quienes comenzaron rápidamente a tomar posiciones de asedio, construyendo fortines y defensas de sitio.

Mientras, los zapadores comenzaron a excavar las primeras trincheras y minas de asedio. Los primeros intentos de asalto turco a la fortaleza son un fracaso, pero ello no impide a las tropas islámicas avanzar a Castelnuovo.

Una noche, los españoles sitiados realizan una ‘encamisada’ en el campamento otomano y salen a escondidas 800 soldados españoles, que cubren sus protecciones militares y yelmos con tela blanca y camisas, pertrechados con dagas y espadas consiguiendo causar numerosas bajas entre los jenízaros de uno de los lugartenientes de Barbarroja, el capitán Raís Hagi, quien pereció también en el combate.

LOS ESPAÑOLES NO SE RINDEN: “QUE VENGA BARBARROJA CUANDO QUISIERE”.

Aunque las pérdidas fueron cuantiosas para los otomanos, Barbarroja se repuso y volvió a contraatacar. Sabedor de su superioridad numérica y militar y de que los españoles no podían recibir ayudas o suministros, Barbarroja ofreció a los españoles una rendición honrosa y paso libre hasta Italia con sus banderas y armas e incluso 20 ducados a cada soldado. A cambio, tendrían que abandonar artillería y pólvora. Sin embargo, los defensores, desafiantes le respondieron que “viniesen cuando quisieren”.

Para desmoralizar a los defensores y viendo que el asedio se alargaba, Barbarroja ordenó entonces montar y usar la artillería de mayor calibre y pesada, parecida a la usada durante el Sitio de Constantinopla. Un judío de origen napolitano, quizás un espía otomano, comentó a Barbarroja que las principales baterías defensivas hispanas estaban en la parte alta de Castelnuovo. Barbarroja entonces cambió de táctica y ordenó que los cañones de mayor calibre fueran destinados a esa zona defensiva para bombardearla. El 24 de Julio de 1539 comenzaron los cañonazos sobre la fortificación más alta, dejando la artillería más ligera para las casamatas y murallas bajas.

Tercios Españoles, hacia 1535.

Durante dos días y noches, los turcos bombardearon sin cesar la fortaleza montenegrina asolándola. Los turcos aprovechaban las brechas para intentar entrar pero un contingente de cientos de soldados les obstaculizaba el paso, llegándose a luchar cuerpo a cuerpo. En esos días, las tropas otomanas perdieron unos 6000 hombres frente a 50 españoles y muchos heridos que fallecerían después.

Barbarroja detuvo provisionalmente los asaltos pero no así los bombardeos que acabaron por devastar las murallas reduciéndolas a montañas de escombros que aún eran defendidos con tenacidad y valentía por los Tercios españoles.

Los 600 soldados supervivientes seguían resistiendo a pesar de estar Castelnuovo reducida a escombros e incluso una noche hicieron una segunda encamisada que devastó el campamento turco y tiró varias tiendas entre ellas la de Barbarrroja, quien tuvo que ser evacuado a las naves que estaban en la costa para protegerle.

EL ASALTO FINAL.

Sin embargo, tres desertores del ejército español y luego renegados, dos españoles y un portugués, confiesan a los Otomanos que los sitiados sufren hambre extrema, apenas tienen pólvora y la mayoría están heridos.

Sabedor de esto, el 4 de Agosto de 1539, Barbarroja decide atacar y lanzar la acometida final. Los últimos 600 soldados resisten con Sarmiento y sus capitanes al frente deciden defenderse hasta morir sabiendo que no los turcos no tendrán piedad con ellos. Mientras, la población civil está refugiada en otra zona con murallas bajas y tapiadas las puertas.

El 5 de agosto, los turcos toman al asalto uno de los torreones de la ciudadela. Sarmiento ordena minar aquel reducto recién conquistado y colocar pólvora para derribar la torre, sin embargo la explosión no tuvo los efectos de demolición sino que la deflagación recorrió el túnel derrumbándolo y causando bajas entre los soldados españoles. Mientras tanto, las últimas defensas sólidas de la fortaleza alta caen bajo las bombas otomanas y con ellas muchos defensores.

Al día siguiente, el tiempo era inestable y había un fuerte aguacero que acabó por hacer caer las endebles y agrietadas murallas que seguían de pie. También mojó la pólvora y la mecha de los arcabuces y minas haciendo inútil toda arma de fuego y pólvora. La lucha fue entonces como en la Edad Media antes de la pólvora, a punta de picas y alabardas y a golpe de espada, montante o dagas. Los dos bandos lucharon ferozmente, y en el español, hasta los heridos más graves habían cogido un arma. Sólo quedaron en la enfermería los moribundos.

El 7 de Agosto fue el asalto definitivo y final, las murallas de la parte superior de Castelnuovo estaban derruidas y no había dónde protegerse salvo la ciudadela de la parte baja donde se refugiaban los civiles. Sin embargo, la puerta de acceso a la ciudadela baja estaba tapiada a cal y canto. Sarmiento y todos sus capitanes se jugaban ya literalmente la vida defendiendo la ciudad sabiendo que no saldrían con vida. Sarmiento estaba herido en la cara y la cabeza que tenía paralizadas, pero pese a ello, animaba a caballo a sus hombres. Los 600 españoles que resistían se retiraron de la parte alta hacia la ciudadela baja. A pesar que pidieron permiso para entrar no pudieron hacerlo porque estaban tapiadas las entradas. Esto se convirtió en una ratonera para los defensores españoles cogidos entre dos fuegos.

En la retirada a uno de los torreones, los soldados españoles tiraron desde lo alto una soga a Sarmiento para que subiese, a lo que éste contestó “Nunca quiera Dios que yo me salve y mis capitanes mueran”.

Quedaban dos capitanes y se unió a ellos Sarmiento quien dio una arenga final que recoge en su obra Prudencio de Sandoval:

“Mirad, amigos, hijos y compañeros, cómo peleáis con estos infieles, ya que la muerte cierre nuestros ojos, no sin dar muestra de firmes cristianos y valientes españoles, pues que pudiendo vivir sin pelear, nos guardamos para hacer tan honrado fin; mirad, no huya nadie; mirad cómo pelean aquéllos sobre los cuerpos ya difuntos.”

Las compañías de Tercios formaron escuadrones de lucha y allí, rodeados de turcos, fueron sucumbiendo tras luchar ferozmente y causar cientos de bajas entre ellos. Y los capitanes, junto a Sarmiento, lucharon hasta el final espalda contra espalda, dice Sandoval, y rodeados de muertos de los dos bandos. Los capitanes murieron allí mismo.

Fue entonces, cuando, reuniendo las pocas fuerzas que le quedaban, Sarmiento reaccionó y espoleó su caballo contra los turcos. Una crónica cuenta así el momento final del Maestre de Campo:

-“ ..Y Francisco Sarmiento andaba a caballo y bien herido. Y queriéndolo (salvar) no quiso, y dio espuelas a su caballo, y metióse peleando en la mayor furia de los jenízaros. Que no se halló muerto ni vivo, ni saben qué se hizo”.

LOS TURCOS CONQUISTAN CASTELNUOVO (7 de Agosto de 1539)

Restos de la llamada aún hoy "Fortaleza Española" de Castelnuovo.

Hacia el final del día 7 de Agosto, sólo quedaban unos 200 soldados heridos y maltrechos de los 4.000 que había inicialmente al comienzo del asedio. También, sin posibilidades, los soldados de la ciudadela baja acabaron por capitular.

De todos ellos, unos 100 fueron ejecutados por los otomanos. Entre ellos, el heroico capitán Machín de Munguía, que se había distinguido en la defensa frente a las tres galeras en la Batalla de Préveza. Barbarroja, admirado por su arrojo en Préveza, le ofreció salvar su vida a condición de trabajar para él, pero el vizcaíno se negó, muriendo degollado con sus compañeros.

El resto de supervivientes, unos 100, fue enviado a Constantinopla como esclavos cautivos.

Unos años después unos 25 prisioneros lograrían escapar de los hierros otomanos en una barcaza y llegar sanos y salvos a Sicilia.

El balance final del Asedio de Castelnuovo fue 22 días de combates, con más de 20.000 á 24.000 muertos para los Otomanos y más de 3000 para los españoles asediados, en una resistencia que pasaría a la Historia como las Segundas Termópilas y siendo recordados sus defensores como seres mitológicos.

La captura por los turcos de Castelnuovo trajo consecuencias diplomáticas ya que supuso el fin de la Santa Liga que promoviera Paulo III. Venecia por su cuenta acabó pactando con el Imperio Otomano ya pensando sólo en sus intereses mientras que Carlos V intentó, infructuosamente, hacer que Barbarroja se pasara al bando cristiano, lo que derivó, como se verá en futuros artículos, en el Desastre de Argel de 1541.

Castelnuovo sería casi un siglo y medio después recuperada para la Cristiandad, en 1687, gracias a una alianza de fuerzas montenegrinas y venecianas.

LA GESTA DE CASTELNUOVO, EN LA LITERATURA Y EL RECUERDO.

Aún hoy existen los restos de la fortaleza baja que es conocida en el lugar como “Fortaleza Española” (Turdava Spanjola en montenegrino), como testigo mudo de aquella gesta.

Pérez-Reverte llama Machín a uno de los personajes, capitán de Tercios, que aparece en su novela ‘Corsarios de Levante’ como homenaje a Machín de Munguía, el héroe vizcaíno de Préveza.

En época de Carlos V, esta hazaña militar no pasó en balde y se le rindieron numerosos homenajes literarios y honoríficos a los héroes de Castelnuovo, entre ellos el conocido soneto nº27 de Gutierre de Cetina ( 1520-57) titulado : “A los huesos de los españoles muertos en castelnuovo

Héroes gloriosos, pues el cielo

os dio más parte que os negó la tierra,

bien es que por trofeo de tanta guerra

se muestren vuestros huesos por el suelo.

Si justo es desear, si honesto celo

en valeroso corazón se encierra,

ya me parece ver, o que sea tierra

por vos la Hesperia nuestra, o se alce a vuelo.

No por vengaros, no, que no dejastes

A los vivos gozar de tanta gloria,

Que envuelta en vuestra sangre la llevastes;

Sino para probar que la memoria

De la dichosa muerte que alcanzastes,

Se debe envidiar más que la victoria.”

BIBLIOGRAFÍA:

FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Manuel. “La Gesta de Castelnuovo”; Revista Historia 16 nº 111.

FERNANDEZ ÁLVAREZ, MANUEL. Carlos V, el César, el Hombre. (Viene ahí en documentos, “Aviso de lo de Castelnuovo” que se encuentra en Simancas y Archivo Real General de Bruselas.)

FERNANDEZ ALVAREZ, Manuel. Carlos V: Un hombre para Europa. Espasa Libros, 1999.

LAINEZ, Fernando, La guerra del turco. España contra el imperio otomano. El choque de dos titanes, EDAF, 2010.

ERLANGER, Philippe. Carlos V. Editorial Palabra. 2002.

DE SANDOVAL, Prudencio. Historia de los Hechos del Emperador Carlos V. Consulta online en: http://histo.cat/1/Prudencio_de_Sandoval1.pdf

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