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LA MODA JUDÍA EN LA CORONA DE ARAGÓN BAJOMEDIEVAL.


LA VESTIMENTA JUDÍA


TEJIDOS, COLORES, PATRONES Y LEYES SUNTUARIAS.


En el siglo XIV, vemos que la moda masculina judía se sirve de tonos oscuros o llamativos (negros, grises, rojos, azules y marrones) tal como se ve en algunas fuentes de la época como un conocido cuadro de Lluis Borrassa de principios del siglo XV, en los Haggadôt (libros miniados judíos sobre religión y ritos) y representaciones como la de Tarragona, sobre los que se añaden la rotella que a lo largo del siglo XIV adoptó variantes desde la ‘O’ al círculo bipartido amarillo/rojo según los lugares y el momento.


En esta época tenemos también unas leyes suntuarias (de vestimenta) que afectan a los judíos y que les prohíben el uso de sedas, brocados y tejidos lujosos, les elimina algunas prendas tradicionales (aljubas, turbantes, etc…) de posible origen o influencia andalusí (para el caso hispanojudío) y les obliga a que asuman hombres y mujeres vestimentas cristianas siempre realizadas en telas de colores oscuros y lisos (azules, marrones, negros, rojos) y prendas específicas como el capuz o manto con capucha (caperó, en catalán) como podemos ver en la ya mencionada imagen de Tarragon. También como se ha visto en iconografía llevaron tabardos de mangas colgadizas, gramallas (tabardos de mangas anchas y caídas), forrados en terciopelo o piel por dentro y en algunos casos túnicas de mangas anchas siempre hechas en estos colores que comentamos.

Estos ropajes, sin embargo no podían mezclar lino con lana en base al principio judío del shaanetz, por ejemplo una garnacha forrada de lino estaría prohibida al ser shaanetz pero sí vestir por ejemplo una gramalla o túnica de lana sobre una camisa de lino o gonela de lana.

Sin embargo, en la práctica bastantes de estas prohibiciones suntuarias no se dieron y en algunos casos la seda, los brocados o algún tipo de joyería fueron usadas por la población pudiente judía catalana y aragonesa especialmente en grandes ocasiones o bodas e incluso en actos cotidianos.


TOCADOS Y PEINADOS


Como tocados, los hombres podían completar el look con prendas para la cabeza como el capirote o Hood que en esta época alarga la cola de la cabeza y que puede ponerse con muchas variantes, los barrets (gorras que caen ligeramente a un lado), bonetes cónicos judíos derivados de la qulunsuwa andalusí, y en algunos casos rollos o turbantes enrollados entorno a estos bonetes tipo alhareme o almaizar, de color normalmente blanco aunque también podían ser amarillos como veremos. En muchos casos, como podemos ver por los Haggadôts o miniaturas judías, podemos ver varones adultos y niños llevando crespinas a la cristiana de lazo. Los hombres religiosos como sacerdotes o rabinos pueden llevar alquiceles o mantos tapándoles la cabeza y enrollados al cuerpo o incluso el tálit o manto religioso de color blanco (sefardí) o blanco con pequeñísimas listas negras.


A nivel de peinados, a los hombres se recomendará llevar cabellera y una poblada barba, algo que podemos ver frecuentemente en los hombres de mayor edad y especialmente, entre los hombres religiosos como los sacerdotes o kohenim o los rabinos.


En el caso de las mujeres, a las casadas, se las obliga a cubrirse la cabeza adoptando una especie de cofia con tranzado unas (tocado de posible origen musulmán tal como se ve en una de las moras del Libro del Ajedrez de Alfonso X de finales del siglo XIII), una toca tipo rostrillo (con variantes) y sobretodo un característico tocado de las judías catalanas, una especie de cofia con redecilla rematada en un rodete cosido a la cofia y que se lleva en la parte frontal de la cabeza. En caso de mujeres judías de clases trabajadoras (artesanas, etc…), éstas llevan la ‘tovallola’ o tocado aturbantado enroscado en la cabeza normalmente blanco y hecho en lienzo o lino puros respetando la normativa del shaanetz aunque pueden ser de color amarillo, color distintivo para los judíos, de origen musulmán.


Las doncellas pueden llevar una corona de metal, guirnalda o redecilla.


En la práctica real, se hizo apenas caso a estas disposiciones, y hubo judíos, especialmente los mercaderes, distribuidores o tratantes y aquellos que comercializaban con el reino nazarí de Granada y las ciudades del Magreb y del Oriente musulmán, que vistieron prendas de influencia morisca e incluso oriental como los llamados ‘sombreros albaneses’ o algunos tipos de bonetes con turbantes amarillos o blancos al estar más abiertos a las influencias mediterráneas exteriores. Sus prendas podrían aunar elementos orientales con un look básico cristiano-occidental e incluso podían llevar telas como terciopelo o seda o incluso joyería como broches en el envés de sus bonetes.


LA 'ROTELLA' Y OTRAS SEÑALES IDENTIFICADORAS.


La prerrogativa de llevar la rotella supuso un peso adicional a la hora de llevar la indumentaria cotidiana ya impuesta por ley. Hubo algún caso algún de judíos pudientes (como médicos o cambistas) que elevaron alguna petición a las autoridades reales y sus representantes para no llevar estas señales aunque con un relativo éxito (solamente se les eximió cuando iban de viaje a otras regiones, por razones de seguridad).


Los prohombres de muchas juderías de la Corona de Aragón consideraban ante el rey que llevando otras señales ya exigidas por ley como la característica barba o capuz o no usar ciertas telas de lujo era más que suficiente. Sin embargo, la presión jurídica y eclesiástica para que llevasen la rotella y se aplicaran al máximo las leyes suntuarias, se hizo más y más fuerte desde la 2ª mitad del siglo XIV y especialmente tras el ambiente de antisemitismo social provocado por el Pogromo de 1391 que desde Sevilla se extendió por toda la Península Ibérica.


En otros casos como hemos comentado antes, el amarillo se convierte en el color identificativo de los judíos por las normas del Concilio de Letrán (1215) y curiosamente coincidirá con el color que ya imponen por la misma época los almohades a los judíos andalusíes en forma de turbante o fajín amarillo (zunnâr). Este color también pudo haber sido considerado como color identificador por los propios judíos que lo prefirieron llevar antes que la ‘rotella’ descrita arriba. En este caso velos o tocas de mujer y hombre, turbantes o alquiceles amarillos suplen la tan denostada señal identificativa y posiblemente, el ‘rodete’ cosido del tocado de las mujeres también sea un elemento identificativo y que adapta la ‘rotella’ a un elemento local añadido en el tocado de las mujeres judeo-barcelonesas.

Mujeres judías con el característico tocado con rodete. Catedral de Barcelona- Siglo XIV


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