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LOS MÉDICOS DE LA REINA ISABEL Y DOÑA JUANA



Por MABEL VILLAGRA (Arabista, doctoranda Universidad Autónoma de Madrid) En este artículo viajamos al mundo de los médicos y físicos que trabajaron para los Reyes Católicos, sus nombres, su formación académica y las fuentes de las que bebieron, que como se verá tiene una fuerte influencia no sólo grecorromana sino árabe gracias a las traducciones realizadas en época medieval. En este viaje por la medicina del siglo XV viajaremos a la medicina de la corte, la popular e incluso la clandestina de origen árabe practicada por los moriscos criptomusulmanes.


 

Nota: Este artículo fue publicado originariamente en 2014 en Facebook durante la emisión de la 3ª Temporada de Isabel como complemento a los capítulos que eran emitidos, de ahí que se mencione a la serie en varios puntos de esta publicación.


Médicos y cortesanos rodean en su lecho de muerte a la Reina Isabel I de Castilla

1) LA SALUD PÚBLICA EN TIEMPOS DE LOS REYES CATÓLICOS: MEDICINA POPULAR VS. MEDICINA CORTESANA a) Santuarios, hospitales y "paramédicos" populares. A finales del siglo XV la población española sería de unos 8 millones y medio de habitantes. En esta época fueron muy frecuentes las enfermedades de todo tipo, como la epidemia de lepra de 1477, las pestes que azotaron Andalucía y al resto de España desde 1480 y prosiguió en oleadas en los años siguientes en Castilla y la Granada nazarí o la epidemia de viruela y “pestilencias” de todo tipo que mermaron el ejército de los Reyes Católicos durante las Guerras de Granada (1481-1492). El descubrimiento de América trae dos enfermedades, el escorbuto y la sífilis, conocida por entonces como el “mal gálico”, “morbo gálico”, que se propaga como nunca en estos años. No se sabe si ésta última tuvo origen en Europa o América, las teorías son aquí variadas. En la obra “Epidemiología Española” de Joaquín de Villalba y Guitarte, para la época de Isabel (1451-1504) se notifican más de 25 epidemias de todo tipo en España. Toda esta masa de población enferma era atendida por los cirujanos y físicos en el medio urbano y por una medicina de tipo popular, de conjuros y curanderismo, en el medio rural. Una Ordenanza de 1477 menciona los nombres de estos oficios populares sanitarios: “Físicos y Cirujanos, y Ensalmadores y Boticarios, y Especieros” junto a otros relacionados con ellos de menor graduación: “partera, barbero, flebotomiano (aplicador de sanguijuelas), algebristas o hernistas”. Cada uno de ellos estaría especializado en una parte del cuerpo que se curaría a base de medicinas de todo tipo con ingredientes animales, minerales y vegetales y algunas prácticas de curanderismo o invocación de santos y Vírgenes. En el año 1475 en Mallorca se crea el oficio de “médico morbero” para tratar a la peste que afectaba a las Baleares y unas “morberías”, una especie de juntas sanitarias para controlar estas periódicas epidemias. Existió también una medicina fomentada desde algunas instituciones religiosas dedicada a velar por los peregrinos, enfermos graves (por ejemplo, mujeres públicas aquejadas de sífilis) y menesterosos con una red de hospitales a lo largo de rutas de peregrinación como el Camino de Santiago o los hospitales de pobres que provenía de una tradición medieval de siglos atrás siendo los más afamados los de Guadalupe, San Marcos de León o el de San Antón de Castrojeriz y sobre todo el Hospital de Santa Cruz en Santiago de Compostela, fundado por los propios Reyes Católicos. Estos hospitales combinaban una medicina popular pero de base más culta basada en las teorías médicas, árabes y grecolatinas, la farmacopea popular, y por otro lado, en la propia fe y disposición del paciente. También ciertas órdenes como los Frailes de San Antón o la Orden Hospitalaria de San Juan mantenían abiertos hospitales por toda España. Otros lugares especializados en el tratamiento de enfermos eran los lazaretos de leprosos puestos bajo la advocación de San Lázaro. Hubo además lugares de peregrinación por motivos sanitarios que solían ser santuarios puestos bajo la advocación de un “santo milagrero” y fuentes e incluso piedras sagradas, algunas de origen precristiano, a las que la creencia popular atribuía curaciones milagrosas. En estos lugares, los peregrinos recibían una básica atención médica a cargo de hospitaleros y en caso de curarse dejaba exvotos en cera o un cuadro narrando su historia. b) Judíos y mudéjares. Durante los siglos XIV y XV, hubo en Zaragoza y Paterna (Valencia) sendas escuelas de medicina muy famosas y concurridas entre los aspirantes a médicos mudéjares. Sabemos además, de casos de mudéjares valencianos, castellanos y aragoneses, que iban a Granada a aprender de la medicina tradicional árabe en sus fuentes directas. Con el tiempo, los mudéjares, ex musulmanes castellanos y andaluces convertidos tras el edicto de conversión forzosa de 1502 (los granadinos lo fueron un año antes) ahora en moriscos, perpetúan en su día a día una medicina holística basada en las viejas tradiciones de la medicina popular y cortesana andalusí que combinaba fitoterapia, fórmulas mágicas, astrología, curanderismo y que a pesar de las prohibiciones, fue requerida por cristianos viejos, incluso nobles y reyes. Además, las prácticas mágicas asociadas a la medicina popular sobrevivieron en el Islam popular clandestino morisco, que siguió recurriendo a las supersticiones, el Corán, las fuerzas de la naturaleza y los genios (yinn) para explicar ciertos síntomas médicos. Los médicos judíos sefardíes fueron también reputados y apreciados hasta el año 1492. En la Granada nazarí tenemos a los que fueron médicos personales de Muley Hacén y Boabdil, la familia de los Banú Hamon que acabaron exiliados tras ese año en Estambul como médicos de la corte Otomana. Y en la España cristiana, hasta ese año, hubo médicos judíos , como ocurrió con el aragonés Lorenzo Badoz, médico ginecólogo de la reina Isabel. Sin embargo, la mayoría de los médicos judíos se convirtieron al cristianismo y se quedaron fundando sagas familiares como la de los Guadalupe. Sin embargo, la legislación prohibía que judíos y mudéjares ejercieran de médicos a cristianos viejos. Hasta esa fecha de 1492 aunque se confirmaron continuamente desde sínodos y pragmáticas esta prohibición, no estaba del todo regulado y como el citado Badoz ejercieron como tales siendo excepciones a esta norma o se saltaban esta norma ejerciendo en profesiones menores como la de parteras, barberos, o curanderas lo que fomentó el intrusismo. Sin embargo, internamente, seguían siendo considerados como médicos no sólo entre sus comunidades sino entre los cristianos viejos. Sólo tras la expulsión de los judíos y tras el Edicto de conversión forzosa de mudéjares (desde 1501 en el Reino de Granada y 1502 en el resto de Castilla) se reguló el acceso de los nuevos conversos y se comenzaría a exigir certificados de limpieza de sangre. Recordemos también tal como se vio en “ISABEL 2”, la Guerra de Granada trajo la aparición de los primeros hospitales de campaña especializado en heridos de guerra que llegaron a ser conocidos como Hospitales de la Reina y fueron sufragados enteramente por Isabel la Católica, tal como comenta Hernando del Pulgar: “… é para curar los feridos é los dolientes, la reina siempre enviaba a los reales seis tiendas grandes é las camas, é ropas necesarias para los feridos y enfermos, y enviaba físicos é cirujanos é medicinas, é hombres que los sirviesen, é mandaban que no llevasen precio alguno porque ella lo mandaba pagar; y estas tiendas, con todo este aparejo, se llamaba en los reales, el Hospital de la Reina." Por otro lado, la falta de una preparación previa, el intrusismo, y la picaresca a la hora de crear medicinas y ungüentos especialmente en el medio rural o áreas populares urbanas, llevaron a la necesidad de regular las prácticas médicas. Así bajo el reinado de Isabel la Católica, en 1477, se crea Tribunal del Protomedicato, que no consentía el ejercicio médico profesional si no existía la autorización previa de dicho Tribunal y un examen de profesionalidad a cargo de funcionarios reales. Por último, en un ámbito aristocrático y real tenemos la medicina oficial o cortesana, que en esta etapa comienza a evolucionar cada vez más hacia una ciencia empírica. Se trata de una medicina más avanzada que es practicada por profesores de Universidad o galenos formados fuera de España o en Universidades o Instituciones de salud o incluso en la Granada nazarí. De este grupo provendrán los médicos que trataron a la Reina Isabel en sus últimos días y la demencia de la joven infanta, luego reina, Juana de Castilla, apodada “La Loca”. 2) EL LEGADO DE LA MEDICINA ÁRABE EN EL SIGLO XV ESPAÑOL. Tras casi ocho siglos de Al-Andalus, la medicina musulmana andalusí quedaba relegada al reino de Granada y el mundo mudéjar. Uno de sus últimos representantes fue Muhammad as-Shafra de Crevillente (m. en Granada en 1360) casi coetáneo de otro gran médico, Ibn al-Jatíb de Loja. Su ciencia era la reelaboración de la practicada siglos atrás, una medicina que bebía de fuentes hindúes y persas, mezcladas con el pensamiento médico grecorromano de Galeno e Hipócrates y que aportaba la valiosa experiencia de médicos andalusíes de siglos atrás. Partía de la teoría de los humores, el hombre como micro y macrocosmos y la influencia de los astros sobre el hombre. Hasta 1492 (y después, 1501, con la Madrasa Yusufiyya) se impartían en época de Isabel materias médicas islámicas aunque basadas en la medicina árabe de origen grecolatino (Galeno, Hipócrates, “Pseudo-Discórides”) . Otros libros como el Kitab al-Kulliyyat de Averroes, el “Canon” de Avicena , el “Al-Tasríf” de Abul Qâsim az-Zahrawi –Abulcasis en la España cristiana -, la “Risala fil Tibb” (Tratado sobre la Medicina) de Ibn al Jatib, o el "Libro recopilatorio de medicinas y alimentos simples" de Ibn al-Baytar pudieron verse en las bibliotecas de la Yusufiyya antes de ser requisados por Cisneros para su Biblioteca de Alcalá de Henares. Estos libros de medicina árabe fueron los únicos que se salvaron de la quema de Bibarrambla en Granada (1499). Como hemos comentado antes, este legado se perpertúa en su variante morisca, dentro del Islam clandestino que mantienen vivo los moriscos. En el mundo clandestino del Islam morisco, en una fecha tan tardía como el siglo XVI, continuó vivo de algún modo el legado médico andalusí tal como podemos ver en la obra morisca aragonesa de tema médico "Libro de los cuartos del año" donde junto a recetarios clásicos de medicina basados en el Pseudo-Discórides, Averroes, Avicena e Ibn Wafid de Toledo, Galeno e Hipócrates tenemos recetarios de un tal Maese Miguel que explican preparados como ungüentos, píldoras, infusiones etc... Una receta morisca de este "Libro de los cuartos del año" para la tos y el aliento decía: "Toma alḥolvas (fenogreco o alhovas) una manada i figos una arpada i simiente de fenollo (hinojo) una onça; seya todo puesto en una olla buena con agua de pluvia la que seya menester i cuezgan con fuego manso i depues seya colado i cuelga otra vegada con una onca de acucar bueno i media onca de goma dragante; i depues tomelo el paciente de noche i de manana cantidad de dos oncas." Incluso, la medicina islámica más popular no se perdió y aún en fechas tan tardías como mediados del siglo XVI algunos curanderos y santones moriscos invocaban a las fuerzas ocultas y a los genios (yínn) de la escatología musulmana para pedir la curación de sus pacientes. Ello lo podemos ver en el curioso "Libro de los Dichos Maravillosos", recientemente estudiado por la arabista Ana Labarta. En la España cristiana, la medicina árabe llegó por otra vía, desde la Edad Media Plena, gracias a las traducciones de la Escuela de Traductores de Toledo y posteriormente, las realizadas en Montpelier y en Salerno por Constantino el Africano y otros. Entre las obras traducidas al latín desde siglos atrás destacaban la Materia Médica de Discórides, el “Liber Continens” de Al-Razi (Razes), el “Canon” de Avicena o la traducción latina de la ya citada obra Al-Tasrif de Abul Qasim az-Zahrawi (Abulcasis), médico y sobretodo, conocido por ser el padre de la cirugía civil y especialmente de la cirugía de hospitales militares. Otro autor clave es el ya citado Averroes (1126-1198), cuyas obras, el Taysir y el Colliget (traducción del citado Kitâb al-Kulliyyat), son consideradas complementarias por ser la primera un manual que incluye los conocimientos que el médico debe poseer y todos los detalles de la terapéutica práctica; y la segunda, un tratado que versa sobre los principios básicos de la medicina partiendo de las generalidades, puesto que en él se estudian los elementos, las complexiones, y la fisiología y anatomía del cuerpo hasta llegar a las particularidades con el desarrollo de la higiene, los medicamentos, y las causas, los signos y la curación de la enfermedad. Las Universidades de la España Cristiana impartían una formación miscelánea de materias médicas de origen latino (Lucrecio), griego (Galeno, Hipócrates, redifusiones bizantinas, Celso) junto a las de origen árabe, llegada gracias a las traducciones latinas de siglos atrás en la Escuela de Traductores de Toledo, Montpellier y Salerno (Constantino el Africano) y por otro lado, se recuperó el legado original médico grecolatino gracias al impulso humanista del Renacimiento, directamente traducidas por médicos humanistas conocedores del latín y el griego Según González de Terán, la escuela médica del Monasterio de Guadalupe tenía en su biblioteca obras en latín y romance y se usaron las enseñanzas del “Liber Regius” de Alí ben Al- Abbás y los Consilia, género literario que ponía al lector en contacto con la realidad individual del enfermo. Completaban los apuntes de aprendizaje autores como Averroes, Avicena, Lanfranco de Milán, Abulcasis, Guy de Chauliac, Francisco de Arceo con su De recta vulnerum curatione, y Francisco Hernández, entre otros muchos autores existentes en la biblioteca de los monjes. En época isabelina, la influencia de la médica árabe se hizo notar en la literatura médica: Por ejemplo, en la de Francisco López de Villalobos y su "Sumario de la medicina y Tratado Sobre las Pestíferas Bubas" (1498). En esta obra, Villalobos toma como modelo el Canon latino de Avicena, hasta tal extremo que adopta la misma división en fasl y difunde éste en versos, tal cual lo hicieron los médicos árabes; en esta obra se estudian las enfermedades, fracturas e incluso cosmética, pero la parte dedicada a la ginecología así como las recetas anticonceptivas se omiten, quizás por moralidad o censura. Por otro lado, esta obra, tiene muchos arabismos médicos, lo que ha hecho pensar a muchos autores en un origen converso que le permitió acceder al conocimiento de la lengua árabe. Lopez de Villalobos será medico de los duques de Cádiz y sucesivamente desde 1509 del viudo Fernando el Católico y desu nieto, el futuro Carlos V. 3) ENSEÑAR MEDICINA: LAS ESCUELAS MÉDICAS ESPAÑOLAS EN EL SIGLO XV La enseñanza de esta medicina rudimentaria en el siglo XV se hacía por dos caminos: a) de padres a hijos o de maestros a aprendices (medicina rural o popular). b) Escuelas privadas. Sin embargo, hubo una tercera vía, una enseñanza específica pública de estas materias para formar a futuros médicos que se desarrolló en tres núcleos: 3.1) LA “ESCUELA MÉDICA DEL MONASTERIO DE GUADALUPE”, que partía de la antigua tradición de los Hospitales medievales para pobres yperegrinos y que tenía entre las dependencias del Monasterio un hospital para hombres que era atendido por hermanos legos y otro “hospital de mujeres” que eran atendidos por las llamadas “beatas”. Desde muy temprano se tiene constancia de la existencia de una escuela médica en Guadalupe, pues ya desde 1442 los Papas autorizaron a legos el estudio y la práctica de la medicina en los hospitales de Guadalupe. Era tal la fama de los galenos y enfermeros del monasterio cacereño que estos salían y viajaban a menudo de su recinto, rompiendo uno de sus votos. Finalmente, se acabó prohibiendo estos viajes médicos fuera de Guadalupe. Según el estudioso Rafael Sancho de San Román, el Monasterio de Guadalupe habría sido el primero en el que se hicieron disecciones. Esta necesidad de formar médicos vino dada por la afluencia de peregrinos llegados desde todos los puntos de la península al santuario. Algunos de los médicos que aquí desempeñaron sus labores lo fueron de renombre como es el caso del prestigioso Maestre Alfonso el Físico o Fray Martín de Arjona. En cuanto a los aprendices, se desconoce su número total, pues muchos eran monjes, pero se sabe por el “Cuaderno de Mayordomía” que había tres “moçuelos” laicos ya en el siglo XV. 3.2) La UNIVERSIDAD DE VALLADOLID (Se formó en ella Juan Rodriguez de Toledo). 3.3) La UNIVERSIDAD DE SALAMANCA. (Se formaron los doctores Villalobos, Alonso Fernández de Guadalupe, De Soto, Juan de la Parra [éste último médico de Isabel y Juana la Loca]). 3.4) En la Corona de Aragón, destacaron las ESCUELAS MÉDICAS en todo el reino como las de Mallorca o Valencia). Recibía influencia ideológica de la escuela médica de Montpellier y especialmente de la italiana (Siena, Roma, Pisa). Surgen médicos como Luis Alcanyis y Pedro Pintor (médico del Papa Borgia, Alejandro VI). 3.5) En el reino nazarí de Granada tenemos la labor de HOSPITAL que se hacía en el MARISTÁN de Granada y de enseñanza en la MADRASA YUSUFIYYA (especie de universidad) en la que se impartían materias médicas. Muchos médicos mudéjares y judíos estudiaron estas ciencias en la capital nazarí trayendo este bagaje intelectual y científico a los reinos cristianos a lo largo de los siglos XIV y XV. La conquista de Granada supuso el fín del Maristán como institución y la Madrasa Yusufiyya cesó sus actividades en 1501 con el edicto de conversión forzosa. Lo reseñamos aquí porque esta fue la vía de formación de los médicos judíos y mudéjares de la Corte hasta el 1492. 4) LOS MEDICOS PRIVADOS DE LA REINA ISABEL Y JUANA DE CASTILLA Como recuerda el profesor Granjel en su artículo “El ejercicio médico de judíos y conversos en España”, en una primera etapa los médicos particulares de la reina Isabel fueron judíos para luego ser conversos. Sólo uno es musulmán mudéjar. Los clasificaremos en 3 grupos: Los particulares, los vinculados por enseñanza a Salamanca y los vinculados a Guadalupe (Cáceres) 1) MEDICOS PARTICULARES: - IBRAHIM XARAFÍ, aunque no fue médico oficial de la corte a sueldo de los Reyes Católicos, lo fue de su aliado Carrillo, Arzobispo de Toledo y algunos autores creen que pudo tratar también a Isabel en su etapa como princesa y luego como reina. Es nombrado por los Reyes Católicos en enero de 1475 como alcalde mayor de los médicos y cirujanos mudéjares. Alcanzó un gran poder dentro de la comunidad musulmana mudéjar castellana siendo alfaquí y alcalde mayor de todas las Aljamas. - LORENZO BADOZ, el más destacado de los médicos judeo-conversos de la Reina Isabel hasta 1494. De origen aragonés, provenía de una familia de médicos especializados en obstetricia y llegó a la corte de la mano de Fernando el Católico. Tenía el título de "mestre en arts i medicina" y formó parte de la comisión del Protomedicato desde 1477 Ayudó a la Reina Isabel a concebir al príncipe Juan, nacido en Sevilla el día 30 de junio de 1478. Siguió a su servicio, ofreciéndole sus conocimientos profesionales, en el embarazo y nacimiento de sus otras tres hijas: Juana, María y Catalina. Lorenzo Badoz, en los años 1491 y 1492 se hallaba en Santa Fe, donde los Reyes habían instalado su cuartel general para la conquista de Granada. Terminó convertido al cristianismo. - JUAN TEXÉN (o TEJERA). Vecino de Medina del Campo, ejerció su puesto de físico de los Reyes Católicos desde 1467 hasta 1494 aproximadamente. Fue confirmado en 1477 como alcaldes mayor examinador de futuros médicos tanto cristianos viejos como judíos y mudéjares. - DOCTOR POLONIO (m. en 1493). Se le llama Apolonio o Palomo. Fue nombrado físico de los Reyes Católicos en 1479. No se conocen más datos salvo que su esposa fue Leonor Gonzalez y su hijo, Juan de Tejo, fue vecino de Medina del Campo. - JUAN DE RIBAS ALTAS. De origen judío fue médico en la Corona de Aragón, también era “mestre en arts i medicina”. Trabajó en el entorno del Rey Católico, y formó parte de la comisión del Protomedicato en Castilla. En 1491 fue procesado por la inquisición y quemado. - JUAN RODRIGUEZ DE TOLEDO (m. hacia 1493). De posible origen converso, coincidió en los esponsales de Isabel y Fernando de Aragón. Dejó por entonces su cargo de profesor de la Universidad de Valladolid y se dedicó casi permanentemente a ser desde 1475 “físico de Sus Altezas” hasta su muerte. Fue escribano mayor y regidor de Valladolid. - PEDRO AZLOR, físico de los Reyes e inventor, en 1478 fue el primer solicitante de patente de inventos para un tipo de molino, cuya exclusividad consiguió durante 20 años mediante firma de Isabel la Católica. - JULIAN GUTIERREZ DE TOLEDO (1450?-1518?), de posible origen converso, nacido y formado como físico en Toledo, Julián Gutiérrez de Toledo forma inicialmente parte de uno de los Tribunales del Protomedicato, junto con los Doctores De la Reina y Juan de la Parra. En 1491 figura como “físico” de palacio con un sueldo de 90.000 maravedíes. En 1503 es convocado para visitar a Juana, esposa de Felipe el Hermoso, e informar de su precaria salud emocional. Muerta la Reina Isabel en 1504, es confirmado por el Rey Fernando como “físico que fue de la Reina mi Señora”. En 1498, completa una obra “Cura de la Piedra y dolor de yjada (litisis) y cólico renal”, atribuida a él, pero que parece continuación o enmienda del tratado escrito por el también físico Juan de Guadalupe, fallecido tiempo atrás. - GERÓNIMO BUSTAMANTE, médico que atiende a Isabel en su lecho de muerte y médico de la infanta Catalina de Aragón en sus últimos años en Castilla antes de partir a Inglaterra. - NICOLÁS DE SOTO (m. en 1524). Físico del Príncipe Juan y de los Reyes Católicos desde 1487 se conoce su actividad hasta 1498. Fue alcalde examinador mayor de moros y judíos que se quisieran presentar a médicos. Posteriormente, tras la expulsión de los judíos y el decreto de conversión de mudéjares (1501-1502), pasó a examinar sólo a cristianos viejos. 2) MÉDICOS VINCULADOS A SALAMANCA. - GABRIEL ÁLVAREZ ABARCA O “DE LA REINA”. (m. hacia 1508 o según Soledad Campos Díez en 1498), catedrático de medicina en Salamanca desde 1465, alcanzó mucha notoriedad. Fue Alcalde Examinador Mayor de futuros médicos en 1494. Parece que estuvo en el óbito de la reina Isabel. - FERNÁN ALVAREZ DE LA REINA (m. en 1521), hermano del anterior, fue catedrático de prima en la Universidad salmantina; ejerció algunos años como «Físico principal» de los Reyes, con un sueldo anual de 90.000 maravedies, en virtud de Célula Real expedida el 15 de Noviembre de 1497. En 1502 desde Alcalá, conjuntamente con Nicolás de Soto y Julián Gutiérrez de Toledo, es muy posible que sea él el “Doctor De la Reina” que informa al Rey del lamentable estado de abandono y dejadez en que se encuentra Doña Juana por parte de su marido. Desde 1507 es el médico personal de Doña Juana. - FRANCISCO LÓPEZ DE VILLALOBOS, médico de los Duques de Alba hasta 1509, lo será del viudo Fernando el Católico desde 1509. Autor del ya citado “Sumario de la medicina y Tratado Sobre las Pestíferas Bubas" (1498) - JUAN FERNANDEZ DE GUADALUPE, estudió en Salamanca y fue médico real (hablamos más de él adelante). 3) MEDICOS DE FORMACIÓN o ESCUELA DE GUADALUPE. El Monasterio de Guadalupe (Cáceres) era otro foco de escuela y ciencia médica: Era un monasterio muy querido de la Reina Isabel quien lo visitó a menudo a lo largo de su vida como devota de la Virgen de Guadalupe, y allí había pasado largas temporadas criando a sus hijas las Infantas y al Principe Juan, así como bautizado a dos indígenas del Nuevo Mundo. Además de hospital, era el sitio a donde acudían muchos ex cautivos presos de los musulmanes para agradecer su libertad, entre ellos ya en el siglo XVI, estuvo Miguel de Cervantes. A este Monasterio dedicará la Reina Isabel una parte importante de su testamento redactado en Medina del Campo así como que sea el lugar elegido para exponerlo: "E mando que este mi testamento original sea puesto en el Monasterio de Guadalupe para que cada e quando fuere menester verlo originalmente lo puedan alli fallar...” Dentro de la llamada “Escuela médica del monasterio de Guadalupe”, destacamos: - FRAY LUIS DE MADRID, (m. en 1525) destacó por su fama de “gran cirujano” y boticario. Gozó de tal popularidad que era llamado fuera de Guadalupe y desde 1494 se le prohibió salir fuera del Monasterio para hacer consultas médicas En 1503 la Reina le manda llamar para atender médicamente a la infanta María, reina de Portugal, aquejada de dolores de cabeza. - JUAN DE LA PARRA, (m. en 1521), fue alumno y médico en Guadalupe entre 1480 y 1488. En 1497, está con el príncipe Juan en su lecho de muerte junto con De Soto y De la Reina y da sus conclusiones sobre su enfermedad mortal. Desde Julio de 1504, es médico personal de la Reina Isabel. En 1506, es el médico encargado del memorial sobre la rápida enfermedad y muerte d Felipe el Hermoso en Burgos. Poco tiempo después, en época de Juana I de Castilla, se traslada a Flandes como médico personal del Infante Fernando volviendo a España en 1521. Llegó a ser Obispo de Almería. Por último en este grupo tendríamos a la familia conocida como de “Guadalupe” y de la que uno de sus miembros se identificaría con el personaje que las crónicas de los RRCC nos presentan como “el doctor de Guadalupe” que atiende a Fernando en el atentado de Barcelona. Se trataría de una saga médica y familiar que va desde Enrique IV hasta la época de Carlos V, siendo finalmente ennoblecida por el Emperador, con escudo, casa solariega y títulos. Sin embargo, los autores discrepan a la hora de identificarlos. Sí se cree que su primer miembro habría sido Juan de Guadalupe que aparece como tal ya en época de Enrique IV y sería de origen gallego. El problema de identidades quizás es debido por la ascendencia judía de los médicos y a la hora de convertirse que pudieron cambiar de apellidos dejando sólo el topónimo “Guadalupe” pero no sería descartable que hubiera varios linajes dentro de esta misma familia. Por ejemplo Juan de Guadalupe, es identificado por otros autores como tío de Alonso Fernández de Guadalupe, siendo Juan de Guadalupe un médico de época de Juan II y Enrique IV. - JUAN DE GUADALUPE (m. hacia 1498) Según el historiador de la medicina Antonio Valcárcel Dominguez, Juan de Guadalupe tenía orígenes judíos, perteneciendo a una familia de conversos; posiblemente médico de Enrique IV, fue nombrado examinador mayor de los médicos de los lazaretos de Castilla en 1474. Médico personal de los Reyes Católicos desde 1483, acompañó a los Reyes Católicos a Barcelona, en donde es testigo del atentado que sufre Fernando el Católico (1492). Atiende la ansiedad de la reina, testigo del atentado, con agua fría y cura la tremenda y profunda herida de bracamarte que sufre el Rey Católico. Atiende poco después, en 1497, al Príncipe Juan en su lecho de muerte. Para esas fechas ya habría fallecido ya que su viuda, Inés González, lleva a cabo uno de los primeros pleitos judiciales por derechos de autor conocidos en España por la obra de su marido “Cura de la Piedra e Dolor e de Yjada e Colico Renal” contra Julián Gutiérrez de Toledo, quien se había atribuido la autoría total de la obra y parece ser era sólo un enmendador y co-autor de algunas partes. Según Antonio Valcárcel Domínguez, fue padre de otro protomédico, Antonio López de Guadalupe y su mujer habría sido María de Almeida, otro posible nombre para la aludida Inés González antes de conversa y cambiado al tener problemas con el Santo Oficio. -ALONSO (PADRE) Y JUAN (HIJO) FERNÁNDEZ DE GUADALUPE. También de origen judío. Con estos dos nombres tendríamos a los descendientes de Juan de Guadalupe o familiares tal como afirma la investigadora María Soledad Campos Díez. Juan de Guadalupe habría sido tío de Alonso Fernández de Guadalupe. De éste, nacería Juan (n. en 1464). Tanto Alonso como Juan Fernández de Guadalupe, acabarían convertidos en los mejores médicos de España. Juan estudió en la Universidad de Salamanca. Su fama como médico aumentaba al punto que los Reyes Católicos lo convirtieron en el médico de la corte, consagrado al cuidado directo de la Reina y sus hijos. 5) EL DÍA A DÍA DE UN MÉDICO DE CORTE: TRATANDO A INFANTES Y REYES Un romance del siglo XV nos desgrana la labor de estos médicos de la corte, en este caso la labor que hizo el doctor Juan de la Parra a un moribundo Príncipe Juan: 1)Tristes nuevas, tristes nuevas, que se cuentan por España: 2) que el príncipe don Juan está malo en Salamanca, 3) malo está de calentura, que otro mal no se le halla. 4) Siete doctores lo curan de los mejores de España; 5) unos le escullan el pulso, otros le miran las aguas; 6 miran unos para otros, dicen que su mal no es nada. 7) Sólo falta por venir aquel doctor De la Parra. 8) Estando en estas razones, cuando a la puerta llegaba, 9) cabalgando en mula prieta, collar de oro en su garaganta. 10) Hincó la rodilla en tierra y la lengua le mirara; 11) luego que le tomó el pulso, de esta manera le habla: 12) — Ordena, príncipe, ordena, ordena por la tu alma; 13) tres horas tenéis de vida, la una ya va pasada.

"Libro de los cuartos del año", libro con recetas moriscas del siglo XVI escritas en aragonés que contienen un recetario que se vincula con la medicina tradicional árabe clásica, aunque en este caso a través de traducciones latinas y romances como las de Avicena, Averroes, el Pseudo-Discórices, Ibn Wafir de Toledo, Galeno e Hipócrates. Contiene además las recetas de un tal Maestre (Maçe) Miguel.

1) LOS MÉDICOS DE LA CORTE ANTE LA ENFERMEDAD Y MUERTE DE ISABEL La muerte del Príncipe Juan es uno de los “tres puñales de dolor” que mencionara Andrés Bernáldez que sufriera nuestra reina junto a la muerte del nieto, el infante Miguel y de su hija Isabel. Pero ya desde 1496, con la muerte de Isabel de Portugal, madre de Isabel la Católica y viuda de Juan II, a quien la reina estaba muy unida, la salud de lsabel I comenzó un lento declinar en su salud. Las dolencias orgánicas van haciendo mella en su debilitada salud, siendo cuidada solícitamente por los “Médicos de la Corte” y “Asistentes de cabecera”, los doctores más famosos de la época: Nicolás de Soto, Juan de Guadalupe, Julián Gutiérrez de Toledo, Bustamante, el Catedrático “de prima” de Salamanca, el ya nombrado Juan de la Parra, y el célebre y ya mencionado Fernán Álvarez de la Reina, que ejerció algunos años como "Físico principal" de los Reyes, con un sueldo anual de 90.000 maravedíes, en virtud de Célula Real expedida el 15 de Noviembre de 1497. Mucho se ha hablado de la posible causa de la enfermedad de la Reina Isabel y las fuentes discrepan entre lo que parece fue un cáncer de útero, de colon, o recto. Otros, como el cronista Pedro el Monje, dicen que de una fístula en sus partes privadas surgidas a raíz de montar a caballo durante las campañas de la Guerra de Granada. Ya un mes antes, desde Octubre, el cronista Pedro Mártir de Anglería, en una carta escrita a Íñigo López de Mendoza, Conde de Tendilla, hacía una descripción de la sintomatología de la enfermedad: "El humor se ha extendido por las venas y poco a poco se va declarando la hidropesía. No le abandona la fiebre, ya adentrada hasta la médula. Día y noche a domina una sed insaciable, mientras que la comida le da náuseas. El mortífero tumor va corriéndose entre la piel y la carne." Además, el cuadro de síntomas se acompañó con unas llagas de difícil cicatrización, piernas hinchadas y alteraciones cardíacas. En 2004 el doctor Jaime G. Gómez intentó reconstruir médicamente en un artículo desde distintas fuentes la enfermedad de la reina Isabel, aduciendo en su investigación que la causa de la muerte pudo ser un complicación multiorgánica que derivó en vasculitis, diabetes y problemas serios renales, lo que explicarían la sed devoradora que fueron colaterales a la patología severa que traía de meses (y años) como ese posible tumor de útero o fístula infectada. Además, el fallo cardiorrenal se agravó por la depresión mental e inmunológica que afectaba a la Reina. Como podemos ver, Anglería aún habla de humores y del exceso de uno de éstos recorriéndole las venas, recordándonos la vieja medicina de origen galénico-hipocrático que autores como Avicena codificaron. Lo más probable es que estos médicos que la rodearon (De Soto, De la Reina, Parra) intentaran sanarla a base de purgas y sangrías para compensar esos humores excesivos que se generaban en el cuerpo de la Reina Isabel, sin éxito; remedios, que, más que sanar su enfermedad, la agravaron. El 26 de noviembre de 1504, están presentes en Medina del Campo, en el fallecimiento de la Reina Isabel, algunos de los doctores arriba citados: Julián Gutierrez de Toledo, Juan Fernández de Guadalupe, Gabriel Álvarez Abarca “De la Reina”, Nicolás de Soto, Gerónimo Bustamante y Juan de la Parra. 2) LA ENFERMEDAD MENTAL DE JUANA DE CASTILLA La decadencia física y enfermedad de Isabel coincide en el tiempo con el agravamiento de la mental de su hija Juana de Castilla. Como infanta había recibido una educación exquisita y culta que incluía como comenta el profesor Manuel Fernández Álvarez autores clásicos como Virgilio o Séneca, literatura medieval profana como Boccaccio o Juan de Mena o autores religiosos como San Agustín. A la personalidad de Juana, sensible y quizás melancólica, se añadió esta educación culta pero basada en los valores cristianos y la moralidad que imponía la Corte de Isabel I por estos años. A los 16, la infanta embarca a Flandes para convertirse en Condesa de aquellos territorios y casarse con el Infante Felipe “el Hermoso”. Sin embargo, la vida que encuentra en Flandes para nada tiene que ver con la de Castilla: Es un país extranjero, con una lengua distinta (el francés), las costumbres son más disolutas yrelajadas, el protocolo de palacio y las modas locales suponen un choque cultural y emocional con la cultura austera, moral y sabia con la que le instruyó Isabel la Católica. Este choque debió ser el principio de una serie de episodios de astenia y luego depresión que sumieron a Juana en un pozo sin fondo. Si a las depresiones añadimos los celos causados por los frecuentes devaneos amorosos de su amado, Felipe el Hermoso y una tendencia genética a la depresión y enajación que le vino por parte de su abuela, Isabel de Portugal, podemos entender cómo evoluciona la enfermedad mental de Juana. Ya en Flandes comienzan las primeras crisis de depresión y ansiedad por separación que se van agudizando especialmente en las ausencias de su marido. Allí ya es tratada por un médico turco converso al cristianismo, Theodore Leyden, quien siguiendo el tratamiento recomendado por Rhazes y Avicena, suministra a la Infanta medicinas a base de alcaloides opiáceos. Desde la mentalidad de la época, a partir del pensamiento galénico-hipocrático y avicénico, podrían ser lo que llamaban síntomas de la locura de amor o “huyum” o “´ishq” de laque hablaban los árabes (El “´ishq” de Avicena será en Villalobos, el “flisei” o “mal de amores”) teñido de estados de melancolía. Esta predisposición a la melancolía y el “flisei” venía además predeterminado por la conjunción de varios astros y la mayor presencia de cierto tipo de humores sobre otros elementos del cuerpo. Avicena ya en su época tuvo un paciente con un caso similar a Juana La Loca, un príncipe persa de Yuryán, que manifestó los mismos síntomas de nuestra Infanta: falta de apetito, abandono así misma… la solución fue tan fácil como efectiva, juntar al desdichado príncipe con su amada. Razes, un médico también estudiado en la Europa cristiana, afirmaba la necesidad de mantener ociosa la mente del paciente con actividades ligeras. En el Maristán de la Granada nazarí, además de las sustancias prescritas por Avicena, Razes, Averroes o Ibn al Jatib en sus escritos, se practicaba una rudimentaria musicoterapia basada en el ruido del agua al caer y los sonidos de instrumentos como el ‘ûd (laúd) árabe. Aunque parece que hubo momentos de lucidez tal como nos lo recogen algunos cronistas y médicos, el carácter de la princesa no parecía que cambiara e iba a peor. Ya en Castilla, en 1502, su estado de salud era preocupante manifestando estos mismos síntomas. Los médicos de los Reyes Católicos Nicolás de Soto, Julián Gutiérrez de Toledo y el doctor De la Reina escribían así a Fernando rogándola tratar con mesura y describiendo su salud y los problemas de cuidarla como enferma: "Crea vuestra alteza que es tan grand peligro para la salud de la Reyna Nuestra Señora. tener la vida que tiene con la señora Princesa, que cada día tenemos estos acidentes, y plega nuestro señor lo haga mejor que lo tememos. Y no se deve Vuestra Alteza desto maravillar, pues la disposición de la señora Princesa es tal que no solamente a quien tanto va y tanto la quiere deue dar mucha pena, mas a qualesquiera aunque fuesen estraños; porque duerme mal, come poco, y a veces no nada, está muy triste y bien flaca. Algunas veces no quiere hablar; de manera que así en esto como en algunas obras que muestran estar trasportada, su enfermedad va muy adelante. Esta cura se suele hazer por amor o ruego, o por temor. El ruego y persuasión no lo rescibe, antes ninguna cosa quiere tomar; pue por fuerza resçibe tanta alteración y algunas veces tanto sentimiento de qualquiera pequeña fuerza que se le haga, que es lástima grande tentarlo, ni creo que nadie la quiera hacer ni ose; de manera que sobre los trabajos y cuidados inmensos que su alteza tiene acostumbrados, esto todo carga por menudo sobre la Reyna nuestra señora . Paresciónos que de todo es razón dar a Vuestra Alteza cuenta por entero, porque en todo aconseje y remedie como de su Real prudencia se espera. Y esta carta humildemente a Vuestra Alteza suplicamos la mande luego quemar. Cuya vida y excelente estado luengos tiempos nuestro señor enxalce con vida y salud de la Reyna Nuestra Señora. De Alcalá, martes xx de junio a las siete de la tarde. De vuestra Real alteza los sieruos.—El doctor Soto.—El doctor Julián,—El doctor De la Reyna". A pesar de estos cuidados, la salud de la Infanta fue deteriorándose, alternando esos momentos de lucidez con un estado depresivo que rayaba ya la enajenación mental. Para la doctora María Beatriz Quintanilla Madero, la enajenación mental que presenta Juana es producto de una depresión con elementos maníacos, como los celos. Juana en una carta afirma que su misma madre era celosa, justificándose quizás el serlo ella misma también: “mas la Reina, mi señora, a quien dé Dios gloria, que fue tan excelente y escogida persona en el mundo, fue así mismo celosa. Curiosamente, en una historia paralela como la del príncipe de Yuryan que tratara Avicena, los síntomas depresivos aparecen cuando es separada de su marido Felipe o debe éste viajar solo. Mientras duraron los embarazos y el Felipe el Hermoso estaba con ella manifestaba un comportamiento totalmente normal, el mismo cuando se encontraba con su padre, el rey Fernando. Estas ausencias le producía un gran desánimo en el que llegaba al llanto: "ella solamente se lamentaba y lloraba todo el día", dicen las crónicas. Su carácter se hizo más irascible, en el retraimiento, lo que en la cita anterior de los médicos llama "como transportada". Sobre este retraimiento e irascibilidad un cronista refiere: "Solicita solo por su marido, vive sumida en la desesperación, con el ceño fruncido, meditabunda día y noche, sin proferir palabra, y si alguna vez lo hace, acosada a preguntas, es siempre en forma molesta". Según el informe de los doctores Nicolás de Soto y Julián Gutiérrez de Toledo, la depresión la deja en un estado emocional que produce mucha lástima… "La disposición de la Señora Princesa es tal que no solamente a quien tanto la quiere debe dar mucha pena, mas a cualquiera, aunque fuesen extraños". La princesa llega incluso en uno de sus ataques a insultar a su madre, que viene hasta Medina para verla desde Segovia, a pesar del frio del invierno y de que estaba contraindicado por salud. La misma reina Isabel cuenta este desencuentro con Juana lleno de insultos: "Y entonces ella [la princesa Juana] me habló tan reciamente, de palabras de tanto desacatamiento y tan fuera de lo que una hija debe decir a su madre, que si yo no viera la disposición en que ella estaba, yo no se las sufriera en ninguna manera". Pero Isabel lo perdona porque su hija está ofuscada mentalmente. Este gesto de visitarla supondrá el empeoramiento de la salud de nuestra reina como ya se ha visto en la Serie. En la primavera de 1504, Juana está de nuevo en Flandes, y de nuevo es presa de una depresión causada por los celos al ver a su marido Felipe con una nueva amante. En un ataque de ira quiere desfigurar la cara de esta mujer y cortarla el pelo para que no resultara atractiva. Para controlarla, Felipe el Hermoso la pega y la encierra en una habitación. Esto hace que la Infanta Juana se suma en una nueva ola depresiva y los cronistas nos la presentan arrinconada y a oscuras. La muerte de su madre supuso un aldabonazo a su ya delicada salud mental y el testamento de la Reina difunta trató de preservar "ese sueño por el que tanto habían luchado" como dicen en la serie “ISABEL”. Sin embargo, la reina Juana acabaría siendo usada para sus intereses por Fernando el Católico, Carlos V y por los comuneros. Pero esa es otra Historia.


El Monasterio de Guadalupe (Cáceres), sede de un afamado hospital y centro de estudios médicos y para de muchas peregrinaciones de la reina Isabel y sus hijos.
Monasterio de Guadalupe.


Traducción de Avicena al latín del s.XVI.

Universidad de Salamanca, cantera de médicos.

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