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ESCLAVOS DE ORIGEN MUSULMÁN EN LA BARCELONA DE LA BAJA EDAD MEDIA.


El tráfico de esclavos y el negocio de la esclavitud en la Corona de Aragón durante los siglos XIV y XV tuvo en Barcelona una de sus principales ciudades constituyendo este colectivo marginal casi el 12% de la población local.

Entre estos esclavos estaban los de origen musulmán: En el presente artículo contaremos cómo era la vida de este colectivo social, a qué se dedicaron y especialmente cómo era su día a día hasta que conseguían la tan ansiada libertad.



PROCEDENCIA DE LOS ESCLAVOS.

La esclavitud era moneda corriente en la Barcelona de siglo XIV y en especial los llamados esclavos ‘sarraïns’ o ‘sarrahins’ en catalán medieval, que podían tener varias procedencias:

  • Moros blancos procedentes del Reino Nazarí de Granada o peninsulares, de origen peninsular, valencianos sobre todo, aparceros que podían escapar de las tierras de un señor y al ser descubiertos pasaban de ser siervos libres a esclavos perdiendo estatus social y bienes.

  • Negros (procedentes del área subsahariana: Senegal, Mali, Níger… o de la costa de Zanzíbar y que llegaban islamizados en parte)

  • Árabes Orientales, Turcos y Tártaros (Medio Oriente y Asia Central)

  • Berberiscos (del Norte de África y de étnia bereber o árabe, muy arabizados). Serían lo que hoy llamamos “magrebíes”

  • Guanches canarios, de las islas de Fuerteventura y La Gomera



Barco del final del siglo XIII con 'moros' de distintas procedencias desde los de tipo 'blanco', berberiscos o nazaríes hasta los de tez más negra, quizás un bereber de la zona de Mauritania o el sur de Marruecos. Esta variedad racial también la encontraremos en el stock de esclavos de la Barcelona del siglo XIV (Fuente: Cantigas de Santa María)


Estos esclavos moros podían ser capturados bien desde pequeños y criados en las familias como un miembro más hasta el punto de bautizarles bien temprano o bien, en la mayoría de los casos, eran capturados de adultos, es decir, hechos cautivos con motivo de alguna de las razzias cristianas que se hicieron para combatir la piratería y las incursiones musulmanas en las costas españolas.

Además, por otro lado, hubo corsarios profesionales dedicados a la captura de esclavos y cautivos en tierras del Magreb. Este corso con autorización real fue fomentado desde las altas esferas tanto por los reyes como por parte de cierta nobleza.

En época de Pedro III el Ceremonioso, este rey autorizó a los ibicencos, tras los estragos y la pobreza que trajo la Peste Negra (1348), saquear las costas de Argelia, Marruecos y el Reino de Granada y llevarse de manera legal cautivos a los que esclavizaban.

Sin embargo, hubo también, un tráfico de esclavos realizado por tratantes de todos los credos y orígenes, cristianos, musulmanes y sobretodo judíos, los cuales mantenían una red de contactos o representantes por todo el Mediterráneo llegando a lugares tan lejanos como el Mar Negro o Rusia en Oriente y por el Sur, hasta el Sahel africano.


SU PASO A BARCELONA.


Una vez capturados el destino del esclavo variaba según hubiera sido la campaña de captura. Si era ‘de bona guerra’, un quinto de ese botín humano iba para la Corona tal como reconocían desde antiguo los fueros y leyes de la Corona de Aragón. El resto iba para los captores de estos cautivos y esclavos que podían llegar a venderlos no sólo en los puertos de la Corona de Aragón sino también en sitios como Portugal o Castilla.

En la Barcelona del siglo XIV y sobre todo, en la del XV había (negros, magrebíes, orientales…) que podían quedarse en Barcelona sirviendo a los amos que los compraban o bien eran‘exportados’a otros reinos peninsulares e incluso fuera de la Península Ibérica.

En cualquier caso, los esclavos acababan convirtiéndose no en personas sino en mercancías como cualquier materia prima carentes de cualquier derecho foral, de Usatges o incluso derechos morales o éticos. En suma, eran prácticamente ‘objetos’ con alma y poco más.


LOS CAUTIVOS TAMBIÉN FUERON ESCLAVOS.


Cuando se trataba de personajes importantes o de clases medias (comerciantes, etc.) o con ciertos estatus, en bastantes casos se gestionaba a través de judíos o mudéjares (valencianos, por ejemplo) o se hacía un intercambio de cautivo moro por cristiano.Sin embargo, en la mayoría de los casos era diferente ya que por ejemplo como se ha dicho, algunos grupos étnicos como los negros o los guanches eran capturados desde pequeños con lo que la posibilidad de rescate era lejana o nula y perdían el contacto con su tierra y familias de origen teniéndose que adaptar al ‘modus vivendi’ del país que los acogía.


A veces, en los casos que el cautivo no fuera personaje noble o pudiente, el rescate se daba pasados unos largos años, pero ocurrió en muchos casos que el cautivo moro al final acabara viviendo, radicando y asimilándose a la cultura barcelonesa. Con el tiempo muchos acabarían obteniendo la libertad, pero hablaremos de ello más tarde.


INTEGRACIÓN DE LOS ESCLAVOS EN LA SOCIEDAD BARCELONESA.

Sobre esta conversión y asimilación al mundo cristiano, los casos más rápidos de asimilación a la sociedad dominante eran el de los esclavos negros y los procedentes de pueblos no musulmanes como los rusos, europeos orientales o los guanches canarios.

En cambio, los esclavos ‘moros’ procedentes de Oriente y Occidente eran los más reacios a convertirse por iniciativa propia, de ahí la gran cantidad de nombres islámicos de esclavos que encontramos en los archivos relativos a este tema.

Comentar también, que, especialmente en el caso de los negros, vemos que llevan nombres arabizados: Axa, Fátima, Donaha… esto indicaría que en algún momento de su traslado fueron capturados por negociantes árabes que les pusieron esos nombres para identificarlos mejor, aunque también según un estudio realizado por el profesor Josep Hernando un 21% de ellos sí tendría la religión islámica como propia.



El precio por esclavo en los mercados variaba según fuera varón o mujer, las características físicas, la experiencia previa laboral del esclavo e incluso su estatus social en el país de origen.

Aunque lo normal es que se vendieran esclavos de uno en uno, a veces había lotes enteros de familias (como el ya mencionado caso de mudéjares valencianos) y por ellos se pagaban grandes fortunos.


A modo de ejemplo,la historiadora catalana Montserrat Rumblau menciona en su libro “Com erem fa 700 anys” que para finales del siglo XIII un esclavo podía costar unos 250 sueldos e incluso más de 300 según sus condiciones físicas y habilidades profesionales.

Las cláusulas de compraventa de la época especifican bajo juramento cómo los esclavos que se vendían eran ‘sinceros’, ‘fuertes’ e incluso alguna muy curiosa como que no estaban ‘no endemoniados’ para así evitar la picaresca con esclavos enfermos y garantizar el acuerdo entre las dos partes, el tratante de esclavos y el amo que lo compraba.


En muchos de estos casos, para evitar fugas se cargaba de cadenas al esclavo o esclava, especialmente cuando viajaban en grupo o se vendían varios de ellos. También se hacía una especie de seguro para casos de fuga, especialmente con los esclavos masculinos (en el caso de las esclavas, este seguro era algo optativo).

En caso de fuga, si el esclavo no aparecía en dos años, por medio de ese seguro, le era devuelto en dinero el precio que en su día pagó por el fugado.


EN CASA DEL NUEVO AMO.


Ya una vez en Cataluña o Aragón, la ley reconocía a los nuevos dueños de estos esclavos –bien fuera el rey o particulares-disponer y tratarles de acuerdo con su criterio, permitiéndose incluso llegado el caso o por necesidad dejarles padecer hambre o incluso disponer de sus vidas, a pesar de que algún fuero medieval como el de Jaca ya desde siglos atrás los considerase personas.

Sin embargo, no podían acogerse a los Fueros de Aragón o en el contexto de Barcelona, tenían que someterse a las duras restricciones que imponían los Usatges. Es curioso ver cómo los Usatges, en algunas de sus disposiciones asimilan al cautivo como “sarraïns” –sarracenos, -dado el gran número de éstos en la cotidianidad barcelonesa.


Como ‘bienes’ que eran podían pasar a ser parte de intercambios, para saldar una deuda, como regalos diplomáticos. En otros casos, se les instruía para ejercer un oficio y luego poderlos explotar laboralmente.


ROPA, ALIMENTACIÓN Y DORMIDA

Todo ello se lo proveía el amo de estos esclavos moros.

Los ropajes, especialmente entre los esclavos recién llegados y los que hacían tareas más humildes y manuales eran austeros y pobres. A veces llegaban con lo puesto, especialmente en el caso de los cautivos, pero lo normal era que el amo les proveyera de una vestimenta básica que solía ser en invierno sargas y lanas gruesas y en verano de lino o cáñamo. La ropa interior estaba confeccionada en lino básico. En el caso de los hombres y mujeres aún islamizados, éstos podían vestir a la usanza mudéjar o musulmana de los países ribereños del mediterráneo.


En el caso de los varones, un básico de verano estaba compuesto de abarcas, zaragüelles (sirwâl), camisa o túnica (cuyo largo podía llegar a la rodilla) y en la cabeza, un turbante o bonete. En invierno, capuz o manto de lana con capucha ayudaba a amortiguar los rigores del frío o un manto llamado alquicel. Atavíos similares los encontramos documentados tanto en fuentes literarias como en la iconografía medieval (1)




Posteriormente con el paso de los años y la profesionalización de las actividades de estos esclavos sus ropajes llegaron a ser de mejor calidad, por ejemplo en el caso de los pajes, llegando incluso a vestir-ya libertos y bautizados al cristianismo- como sus amos, distinguiéndose de los cristianos viejos sólo por el turbante y ciertos capuces, aljubas o mantos de influencia nazarí.

También en ocasiones solemnes (bodas, santos, etc…) o con motivo de enviar como “regalo” al esclavo y especialmente en entornos de la alta burguesía, aristocráticos o de la realeza los esclavos moros podían ir vestidos lujosamente a la morisca (2) .


En el caso de las mujeres, éstas vestían un tocado o velo respetando el rigor islámico y una camisa interior de lienzo de cáñamo o lino vasto, por encima una túnica de lino o lana (según la estación del año) y para cubrirse un alquicel o manto también de lana o lino según la época del año. (3)




En cuanto a los hábitos alimenticios, al ser musulmanes desdeñaban el cerdo que era sustituido por otros animales sí aceptados en el Corán como cordero, cabrito o pollo que preferentemente hubieran sido desangrados y muertos según el ritual islámico. Un manjar medieval de esclavos musulmanes era el sebo de cordero (llamado “sayno”en Aragón) que podía ser consumido con pan y combinado con otros alimentos.

Otros alimentos que podían recibir era pan y en ocasiones las sobras de alimentos y bebidas como carne o incluso vino, no siempre de buena calidad.

La comida ,tal como era costumbre en sus países islámicos de origen, se hacía en el suelo sobre esterillas o un pequeño y humilde cojín o saco y podía ser compartida por una misma cuadrilla de esclavos musulmanes.

En cuanto a la manera de comer, comían siempre dejando mano la izquierda sin usarla apenas por ser con la que se lavaban a diario sus partes pudendas y el cuerpo en general.


En canto a la dormida, los esclavos moros en Barcelona tenían sus propios cuartos por sexos y del resto de miembros de la casa.Había un lugar específico para su dormida que podría ser el sótano o un cuarto que contase con cerradura.

En el suelo se tendían esterillas sobre las que se colocaban jergones hechos en lino y rellenos de paja u otro material simple.


En algunos casos, especialmente entre los cautivos esclavizados a la espera de rescate, podían incluso ser ‘aherrojados’, cubiertos con cadenas, pero los cuartos que disponían de cerradura eran una garantía más que suficiente de evitar la fuga masiva de esclavos (que también las hubo).


Las condiciones de vida pues eran muy duras. Había poca higiene en esta especie de cuartos o barracones de dormida en los que proliferaban además liendres, garrapatas, pulgas y todo tipo de parásitos y enfermedades infecciosas como ocurrirá desde 1348 con la Peste Negra, la ‘pestilencia’ que causaría gran mortandad en ese año, y de nuevo en 1350, en toda la sociedad catalana de entonces, incluyendo a los esclavos.


Otras enfermedades habituales que recoge el profesor Josep Hernando en su libro son el asma, dolores de cabeza o hueso, tuberculosis, enfermedades ginecológicas e incluso sintomatologías de lo que hoy llamaríamos ‘enfermedades mentales’ y que hacían que el valor del esclavo si era revendido bajase considerablemente.

De ahí que se incluyeran en las cartas de compraventa una clausula o una afirmación de buena fe confirmando que el sujeto a vender estaba sano o en su defecto, qué enfermedad o defecto físico tenía.

OFICIOS DE ESCLAVOS.

La vida de esclavo, y en el caso de los moros estaba llena de penurias, condiciones de gran explotación laboral y la ausencia total de derechos laborales o personales. Dependiendo de las cualidades físicas y las habilidades profesionales del esclavo, se le daban tareas duras o bien con alguna especialización o una mezcla de ambas actividades.

Trabajaban de sol a sol: se levantaban muy temprano y la alimentación podía ser pésima. Como ya hemos comentado, lo básico era a agua y pan y a veces, el ya mencionado 'sayno' o algo de carne y vino sobrante y no de la mejor calidad.

Lo que entendemos como tiempo libre no existía para ellos aunque son numerosos los casos de alcoholismo o ludopatía que recoge el estudioso Josep Hernando para el siglo XIV barcelonés.



A las esclavas femeninas se las podía ver como jornaleras del campo, aparceras, peones de obra (llevando arena, piedra), limpiadoras, cocineras, niñeras, recaderas para comprar, criadas, y especialmente si eran jóvenes con hijos o estaban embarazadas (previa conversión al catolicismo) (4), llegaban a trabajar como nodrizas, amamantadora de bebés y cuidadoras.

También fue común ver esclavas de origen musulmán como criadas o aparceras en conventos femeninos.



Particularmente apreciadas como nodrizas en los ricos hogares burgueses o nobiliarios barceloneses fueron las llamadas ‘moras blancas’- musulmanas de origen berberisco o nazarí granadino- que debido a su escasez eran particularmente cotizadas y buscadas.

A veces aprenden oficios básicos de mujeres como la pesca, hacer pan, queso, la venta de fruta, pasteles, etc… , todo ello con vistas al beneficio de sus amos.


Hay casos donde el amo puede llegar incluso a hacer de su esclava una especie de concubina y podía llegar a cohabitar con ella, en caso de que la esclava le diera hijos estos mantenían su condición de esclavos (o siervos) y no tenían derecho a herencia hasta que el amo primero los liberase mediante carta de manumisión o por testamento, a partir de ahí como hombre libre podría reclamar su herencia. Pero fueron excepciones.

Sí hubo casos de prostitución, especialmente entre las esclavas que debían pagar rescate para autoliberarse y que las autoridades debieron prohibir y controlar. Ese fue el caso de Margarida, a principios del siglo XVI, esclava negra de 40 años del mercader barcelonés Bernat Jaume, quien le ofreció la libertad a cambio de 100 ducados de oro a pagar en 2 años. Se cree que tuvo que recurrir a la prostitución para poder conseguir en tan poco tiempo la cantidad pactada.


En el caso de los hombres les vemos trabajandode peones en el campo, en la construcción de caminos o edificios, como porteadores (‘basteixos’ aunque sin soldada), albañiles, etc…Pero también con los años pasan a tener trabajos de más experiencia y a formarse como profesionales en ciertas tareas.

Frecuentes son tal como señala el profesor Josep Hernando los de oficio entre un amo y un “profesional” cualificado de la época que diríamos modernamente, o el aprendizaje con el mismo amo de su oficio.


A pesar de estos contratos de aprendizaje, no perdían su condición de esclavos ni su vida en condiciones infrahumanas, y si cobraban un sueldo, este era bajo por lo que apenas el esclavo podía sino autoabastecerse y mantenerse en su vida diaria.

LA TAN ANSIADA LIBERTAD

Los esclavos al cabo de varios años podían obtener de sus amos la libertad, pasando a ser libertos y teniendo cierta dependencia económica y de servidumbre con quien fuera su antiguo amo.



¿Cómo se conseguía esa libertad?

  • Carta de manumisión, o de ‘alforría’ por la que el esclavo pasaba a ser ‘alforre’ (liberto). Como curiosidad decir que alforre es un arabismo por ‘hurr’ que significa precisamente libertad.

  • Por deseo expresado en el testamento del amo difunto.

  • Por rescate acordado con su propio amo. Esto se dio mucho en el caso de los cautivos musulmanes que acababan esclavizados. Había un sistema, ‘la talla’, por el que el amo permitía al pagar este rescate. A veces, para salir antes el esclavo puede reunir unos ‘fiadores’ que garantizan con su pecunio la cantidad y lo ayudaban en sus necesidades económicas.


Muchas veces ocurría que la libertad llegaba cuando el esclavo mostraba signos de debilidad por ejemplo, la vejez. Ya no eran rentables para el amo así que ‘los echaba a la calle, a remar’ porque eran viejos y achacosos.

NOTAS

(1) A modo de ejemplos masculinos, tenemos las representaciones de moros cautivos en el arte románico y gótico, por ejemplo en Barcelona la de un moro negro esclavo que hace de gárgola en el Palau de la Generalitat datado en el siglo XV y en fuentes notariales aragonesas cercanas nuestra época, principios del siglo XV, se ruega a unos frailes que compren paño grueso marrón para unos moros cautivos y en otro caso el mismo notarioA modo de ejemplo, un par de casos que menciona Auréa Javierre Mur en su biografía de María de Luna donde dice cómo recibió como regalo desde Sicilia dos esclavas negras, madre e hija, a la que el rey de Aragón dio a su cargo sendos vestidos negros o el envío que hizo la misma María de Luna de una esclavita negra con una aljuba morisca hecha en seda roja. Curioso que en ambos casos sea el color rojo que no es sólo un color real y símbolo de elegancia sino el heráldico del Reino nazarí de Granada. dice que él mismo compró dos “capisayos de sayal (lana vasta)” para cada esclavo moro y “lienzo de cáñamo para alcandoras (túnicas moras), camisas y bragas (zaragüelles).


(2)A modo de ejemplo, un par de casos que menciona Auréa Javierre Mur en su biografía de María de Luna donde dice cómo recibió como regalo desde Sicilia dos esclavas negras, madre e hija, a la que el rey de Aragón dio a su cargo sendos vestidos negros o el envío que hizo la misma María de Luna de una esclavita negra con una aljuba morisca hecha en seda roja. Curioso que en ambos casos sea el color rojo que no es sólo un color real y símbolo de elegancia sino el heráldico del Reino nazarí de Granada.


(3) En el caso de las mujeres un testimonio interesante y de siglo XIV lo tenemos en una Haggadah catalana donde en una ceremonia judía de Pésaj vemos en la esquina a una esclava negra. Ejemplos anteriores, del siglo XIII y en contexto castellano, los hallamos en El Libro de los Juegos de Alfonso X el Sabio, donde esclavas musulmanas o cautivas cristianas sirven a amos posiblemente mudéjares.


(4) La normativa religiosa prohibía que esclavas de origen judío o musulmán amamantaran o cuidasen a niños cristianos si no se habían convertido previamente al catolicismo.

BIBLIOGRAFÍA CITADA

JAVIERRE MUR, Auréa. María de Luna, reina de Aragón. C.S.I.C., Instituto Jerónimo Zurita, (1942).

HERNANDO, Josep. Els Esclaus Islàmics a Barcelona: Blancs, Negres, LLors i Turcs. De L’Esclavitut a la Llibertat (Segle XIV). CSIC. Barcelona. 2003.

MARZAL PALACIOS, Francisco Javier. La esclavitud en Valencia durante la Baja Edad Media (1375-1425). Tesis Doctoral. Universidad de Valencia. 2006.

RUMBLAU, Montserrat. Com erem fa 700 anys. Tibidabo Edicions. 1996.

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