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LA MEDICINA EN AL-ANDALUS Y LA GRANADA NAZARÍ


  1. LA MEDICINA ANDALUSÍ – SU ORIGEN, TEORÍAS Y PRAXIS

La medicina andalusí se nutría de varias influencias: a) Una, llegada al Islam a través de la aportación de civilizaciones anteriores como la persa, la hindú y sobretodo la griega (Hipócrates o Galeno) y b) otra de tipo coránico, que nacía del Corán y las tradiciones conocidas como “Medicina del Profeta”.

  1. La teoría médica de origen griego: Galeno, Hipócrates y la astrología médica.

En esta corriente destacaron entre en Oriente Medio y Al-Ándalus, autores de la talla de Avicena, Ar-Razí (Rhazes) y Averroes de Córdoba. En la Granada Nazarí, tenemos a Ibn al-Játib. Esta corriente tomaba como base científica las teorías de Galeno e Hipócrates integrando en ella la Astrología, ciencia que afirmaba que los astros ejercían un influjo en la vida de los hombres. La Astrología además de predecir el futuro de un individuo, se usó con una finalidad de prevención en la llamada Astrología Médica: Se confeccionaba el horóscopo conociendo el nombre de la persona y el día que había ésta nacido, se averiguaba el signo del Zodiaco dominante en su existencia, con lo que se determinaba su apariencia física, sus enfermedades principales, la época en que podría padecerlas y si curaría mejor o peor de ellas. Todo ello complementado con datos donde cada parte del cuerpo tenía un planeta y un signo zodiacal que lo regía.

Además, la Astrología se tuvo en cuenta a la hora de preparar determinados medicamentos y la realización de operaciones quirúrgicas.

  1. Medicina coránica o “del Profeta”

La llamada “Medicina del Profeta” estaba basada en las tradiciones (hadiz) y en el Corán que se uniría a estas prácticas además del uso de magia, conjuros o invocación a demonios y genios (yinn, plural yunún) ( para conseguir la rápida curación del paciente afectado.

Desarrollador de esta medicina fue Ibn Habíb de Guadix, autor de un libro que fue muy popular en la Granada nazarí.

2) MATERIAS DE ESTUDIO Y SU APLICACIÓN PRÁCTICA.

Partiendo de estas dos corrientes, las ciencias médicas se desarrollaron de una manera floreciente en Al-Ándalus y seguidamente, en la Granada nazarí. La metodología de trabajo de estos médicos árabes, judeo-andalusíes y nazaríes se enriqueció a través de la experiencia médica y observaciones “a pie de cama del paciente” bien sistematizadas en todas las ciencias médicas (Higiene, Cirugía, Patologías, etc...).

  1. La Cirugía en al-Ándalus.

La Oftalmología una de las especialidades médicas de mayor éxito en la medicina andalusí y sefardí (de tradición árabe). Se le atribuía especial importancia al cuidado de los ojos. Se estableció entonces un nexo estrecho entre el cerebro y el ojo conocimientos que hoy sorprenden por lo avanzados; de hecho, palabras castellanas como “retina” o “catarata” derivan del árabe. Dentro de lo que era la cirugía oftalmológica, los médicos andalusíes, realizaron con éxito operaciones oculares (cataratas) y llegaron a fabricar gafas para corregir defectos en la visión. Innovador en este campo fue al-Gafíqí.

Las técnicas quirúrgicas fueron punteras en su tiempo: Autores como Abul Qásim az-Zahrawí, conocido en Occidente como, Abulcasis (y anteriormente Avicena o Razes) desarrollaron un nuevo instrumental médico para operar, manejaban la cauterización y la anestesia (administrando una droga hecha con una planta llamada cizaña, o bien raíz de alcaparra o adormidera, hasta que el paciente quedaba inconsciente), y llegaron a desarrollar técnicas quirúrgicas para detener hemorragias tal como por ejemplo prescribía Razes (Ar-Razi) tripas de animal para las suturas y la aplicación de ungüento mercurial, y posiblemente, pomada de belladona, que disminuía los dolores y quitaba la tumefacción de la zona quirúrgicamente afectada .

En Al-Ándalus, tenemos las aportaciones médicas del ya citado cirujano y médico Abulcasis que desarrolla técnicas quirúrgicas para el tratamiento de heridas de guerra, amputaciones o cirugías de enfermedades en su Kitáb al-Tasrîf.

En la Granada Nazarí, a mediados del siglo XIV, los médicos observaron y estudiaron la propagación de la Peste Negra, descubriendo que era contagiosa y desarrollaron medidas preventivas de higiene y aislamiento para estos pacientes explicando los síntomas de esta enfermedad en sus tratados de Medicina, y adelantándose a los médicos europeos del siglo XVI.

Para investigar estas dolencias autores como Averroes se basaron en Galeno para el diagnóstico. Se observa el pulso, la orina, el color de la piel del paciente, su manera de andar, y el color del iris. Otros diagnósticos realizados de forma apropiada entonces fueron los del sarampión, viruela, difteria, lepra, rabia, diabetes, gota, epilepsia y hemofilia. Fueron siempre entusiastas defensores de la hidroterapia, especialmente recomendada en fiebres en forma de baños normales, de asiento y de vapor.

También fue especialmente importante la farmacología, estableciéndose en Al-Ándalus las primeras boticas, dispensarios y escuelas de farmacia. Se escribieron grandes tratados de farmacología que serán posteriormente traducidos en Occidente. Su etapa de esplendor se inició, precisamente, en al-Ándalus, a mediados del siglo X. A la antigua farmacopea le añadieron ámbar gris, alcanfor, casia, clavos de especia, mercurio, mirra; e introdujeron nuevos preparados farmacéuticos: jarabes (“sharáb”), julepes, agua de rosas, etc. Importantísimo fue el llamado ungüento mercurial. Parte de todo este colosal trabajo se debió a los autores Ibn Yulyul, al malagueño Ibn Baytar o en la Granada nazarí, Ibn Al-Játib de Loja.

Fundamentalísimo fue el trasvase de conocimiento médico desde Oriente a Al-Ándalus y de ahí a la España cristiana y Europa a través de la Escuela de Traductores de Toledo y la de Salerno. A España llegan las teorías de reputados autores como los ya citados Avicena o Rhazes o el Libro de plantas medicinales del Pseudo-Discórides que fueron muy leídos y apreciados en Al-Ándalus. Se estudiaban las teorías de grandes nombres de la medicina andalusí como Averroes, Avenzoar, Abulcasis o Avempace y el ya mencionado Yulyul, con su conocida Historia de la Medicina, “Tabakát” que enlaza la tradición grecolatina médica desde Hermes y Esculapio hasta la Córdoba califal y su opúsculo sobre el Pseudo-Discórides.

  1. LA MADRAZA, UNA ESCUELA UNIVERSITARIA DE CIENCIAS EN LA GRANADA NAZARÍ.

La Medicina de época nazarí recoge el testigo de la que se enseñó en época califal en Córdoba y en los Reinos de Taifas entre Zaragoza, Valencia y Almería. Todo el saber científico se traslada a Granada, y alcanzará su punto culminante en el siglo XIV bajo Yusuf I y Muhammad V que patrocinaron la construcción del único hospital público en la Granada nazarí y la Madraza, especie de Universidad donde se enseñaban ciencias y religión. Ambas funcionaron hasta una fecha tan tardía como 1492 e incluso tiempo después del edicto de Cisneros para los mudéjares (1502).

En el caso de los médicos nazaríes, la formación más probable práctica se habría realizado en la Madraza (del árabe Madrasa, escuela) que equivaldría hoy en día a una Escuela Universitaria. El edificio estaba ubicado cerca de la Mezquita aljama granadina y según Ibn al-Játib en el siglo XIV había en el reino otras dos más: en Málaga y Ceuta, pero de fundación privada. También esa formación podían llevarla a cabo mediante lecciones privadas de manos de un médico insigne.

El edificio, del que sí nos han quedado restos, se construyó entre 1340 y 1349 a instancias del visir Reduán b. Abd Allâh aunque su construcción efectiva lo fue con Yusuf I. Se la conoció en árabe como Madrasa Yusufiyyah o Nasriyyah. Se sufragaba su mantenimiento por musulmanes donantes y por rentas propias (procedentes de los beneficios que daban una tienda, tierras de labor y un sitio que suministraba agua) que pagaban los gastos de estancia y clases a alumnos y maestros.

En la Madraza enseñaban diversas disciplinas: Teología, Derecho Islámico, así como medicina, cálculo, álgebra, geometría, mecánica y astronomía. En el caso de la medicina, los maestros dispensaban a los estudiantes una enseñanza teórica y práctica, basada en la observación clínica de pacientes del Maristán y sancionada por la redacción de una tesis y la obtención del reconocimiento del maestro (iyâza) previo examen que permitía ejercer la medicina. En algunos casos, para estar seguros de la pericia del médico, se requería un testimonio por escrito, de los pacientes que había tratado y curado; una iyâza expedida en el Albaicín granadino, en 1496, a Abul Hassan Alí b. Muhammad, especifica que fueron llamados a testificar antiguos pacientes atendidos por él.

3.a) Formación complementaria: La enseñanza privada.

Además del aprendizaje que facilitaba la Madraza, había alumnos que iban por libre cogiendo experiencia del aprendizaje de estos médicos tabíb, en lo teórico como en lo práctico y adaptándola a una medicina de tipo mágico y coránico que después ofrecían en los mercados como sanadores (mutatabidín).

Y otro aprendizaje, muy similar a lo que hoy llamaríamos clases particulares o “masterclass”, podían recibirlo privadamente de médicos que trabajaban en el Maristán o bien acompañándolos a sus tratamientos con los pacientes. Estos discípulos vivian con el maestro médico compartiendo su día a día.

Hubo una gran movilidad de médicos judíos y andalusíes entre los dos lados de la Frontera cristiano-nazarí, lo que permitió un trasvase de conocimientos entre los reinos peninsulares, del mismo modo que en el caso de los médicos musulmanes y judíos, viajes como la Peregrinación a La Meca o a Jerusalén permitía el intercambio con otros colegas y la visita en el camino a eminentes centros (como el Hospital Al-Mansurí de El Cairo) e insignes médicos de la época, trayendo de vuelta a Granada las últimas técnicas terapéuticas y sanitarias.

  1. MEDICOS NAZARÍES: ALGUNOS NOMBRES

La medicina fue sin duda la ciencia estrella cultivada en el Reino Nazarí, heredera de la practicada en siglos anteriores en Al-Ándalus.

A lo largo de la existencia del Reino nazarí hubo eminentes médicos: En el siglo IX, tenemos al primer médico granadino documentado, Ibn Habíb de Guadix con su Medicina del Profeta que combina las tradiciones coránicas con el conocimiento hipocrático y galénico. Más tarde destacaron Ibn Tufayl y At-Tignari (siglo XII) y en el siglo XIII, el murciano Muhammad al-Ricotí o Ibn al-Raqqán.

Su apogeo llega a mitad del siglo XIV gracias a un hecho que marcó la Historia: la Peste Negra, que entrando por Almería, propagó en 1348 rápidamente la enfermedad por el reino causando estragos en la población nazarí. Ante la urgente necesidad de combatirla, Muhammad V fomenta tiempo después la creación del Maristán que hemos visto antes no sólo como un centro de tratamientos sino también como escuela científica e investigación con tres médicos a la cabeza de ella: Ibn al-Jatib, Ibn Játima (Almería, 1324-1369) y Mohammed al-Saqurí (Jaen, 1326-fin de siglo XIV) que desarrollaron un tratamiento innovador frente a la peste tomando la Higiene, el control de enfermos, nuevos medicamentos, la dieta, y hábitos saludables de vida como remedio para combatirla.

Tenemos casos de estudiantes, especialmente mudéjares y algunos judíos, que llegaban desde fuera del Reino de Granada de sitios como la Corona de Aragón, Navarra o Castilla para mejorar su formación, como ocurre en el caso de Muhammad ash-Shafra (m. en 1360), nacido en Crevillente que viaja por Valencia y Fez y acaba viviendo en Granada donde muere. Escribe su Kitâb al-Istiqsa o Tratado sobre los tumores.

También hubo insignes médicos judíos en Granada: Ibn Nagrella, Yehudá ibn Tibbón (autor del Musar, un libro de buenas maneras, medicina, etc..) y sobretodo, en esta época que tocamos, finales del siglo XV, destaca toda una dinastía médica: los Hamón. Siendo el primero de ellos, Isaac Hamón, médico de la corte nazarí y posiblemente de Muley Hacén, con quien debió estar acompañándole en su lecho de muerte. Su hijo Moshe Hamón llegó a ser médico del sultán otomano Bayazeto II tras la expulsión de 1492.

  1. MEDICINA PRIVADA VERSUS MEDICINA POPULAR

*La MEDICINA PRIVADA:

a) La medicina en la corte nazarí bajomedieval.

Hubo una medicina practicada en ambientes cortesanos, bien a título particular por parte de médicos privados que atendían a algunas de las familias nobles como los Abencerrajes, los Monfaraxes, etc… o bien que estaban contratados como médicos de la corte por la familia real nazarí y sus allegados. En el siglo XV, el investigador de temas sefardíes Francisco Bueno, considera que el médico hebreo Isaac Hamón fue el médico personal de Muley Hacén acompañándolo a su muerte y posiblemente pasó al servicio de Boabdil antes de partir al exilio a Turquía.

Practicaban una medicina de tradición griega, teniendo como fuentes principales a Hipócrates y Galeno mezclados con elementos indo-persas y otros de tipo islámico donde la astrología médica jugaba un papel importante hasta determinar aspectos como los días propicios para operar o el uso de ciertos ingredientes para componer jarabes, ungüentos, etc… Era la medicina más empírica y más científica, podía usar desde plantas medicinales a compuestos minerales y era la más holística ya que englobaba como un todo la salud del hombre en contacto con la naturaleza. Además fue una medicina innovadora para su tiempo al incluir medidas higiénicas, dietéticas y de aislamiento en caso de enfermos contagiosos, cosa que hasta entonces no se hacía.

Era un tipo de medicina que podríamos también llamar “interconfesional” al ser médicos y pacientes de diversas religiones. Este carácter favorecía el trasvase de conocimientos entre médicos de distintos países o ciudades, a través de libros o realizando traducciones de los mismos o enseñando ese conocimiento a terceros. Estos médicos de clase alta o de corte podían viajar de un país a otro para curar a monarcas o personales ilustres de una población o para mejorar su formación, como ocurrió con muchos médicos nazaríes que viajan a Egipto, especialmente a Alejandría, y Oriente medio para aprender nuevas técnicas y teorías y transmitirlas en España.

b) Sanadores y curanderos.

Otro tipo de medicina como comentábamos era la practicada por los mutatabidín (que ya hemos visto hablando sobre la Madraza), que eran una especie de paramédicos o sanadores que ofrecían sus servicios en los zocos y a nivel de barrio, con un saber que sería mezcla del descrito arriba para los médicos de corte y otro de base más popular basado en El Corán y en los hádices (dichos y tradiciones). Estos escritos religiosos contienen una serie de aforismos médicos de orden general atribuidos al Profeta Muhammad, tales sentencias no tardarían en ser reunidas y comentadas en varios tratados conocidos con el título genérico de “Medicina del Profeta” por Ibn Habib de Guadix (s. XII) A partir de aquí se desarrolló una tradición médica de los “Doce Imanes Impecables”, basados principalmente en el conocimientos de las propiedades de las plantas, la higiene, la dietética, las súplicas y las jaculatorias. Estos sanadores solían moverse en ambientes de clases urbanas más bajas y entre las gentes del campo y solían estar formados por imanes, alfaquíes, herbolarios, santones sufíes (marabút o morabitos) y curanderos o una mezcla de estas profesiones.

Tenmos también conocimiento la existencia de una medicina practicada por mujeres médicas (Tabîbât). Ibn al-Játib comenta en su Ihatta que el reino nazarí que hubo mujeres médicos y menciona a una de ellas, Umm al-Hasan al-Tanyaliyyah que vivió a mediados del siglo XIV. Junto a ellas tenemos las comadronas, a cuidadoras del Maristán y hasta curanderas. Una de las especialidades de estas mujeres eran las enfermedades ginecológicas y la obstetricia. Sus pacientes eran sólo mujeres, dada la separación de sexos en el Islam. Tenemos también constancia en los reinos cristianos (Aragón) de mujeres médicos mudéjares y judías, las llamadas metgesses.

* MEDICINA PÚBLICA: EL MARISTÁN DE GRANADA

EL MARISTÁN:

Fundado en época de Muhammad V, se construye entre los años 1365 y 1367 como hospital para pobres y manicomio. Era un edificio con dos plantas, parecido a la casa del Corral. En medio tenía un estanque con dos fuentes en forma de león. Su portada tenía un arco y sobe él una placa conmemorativa que sí nos ha llegado. Actualmente no queda casi nada de él.

Se hallaba situado en la ladera sur de la colina del Albaicín, junto a la Puerta de los Tableros o Bab al-Difâf, cerca del actual Puente del Cadí. Según Ibn al-Jatib, este maristán aventajaba en su tiempo al hospital al-Mansurí de El Cairo y complementaba a otro hospital y casa-cuna en la capital nazarí.

La planta de arriba era la destinada a las mujeres, en tanto que la de abajo lo era para los hombres. El maristán estaba equipado con 50 habitaciones de 4 camas cada una, iluminadas y con buena ventilación, donde dejaban circular libremente el aire. En el ala oeste estaba el sanatorio para enfermos pobres que se complementaba con los almacenes, cocina y lavandería. En la otra parte, estaba la Jizânat at-Tibb o la sección de Farmacia donde tres drogueros preparaban productos medicinales extraídos de un huerto aledaño. El Hospital disponía una plantilla de siete médicos o tabib: cuatro especialistas divididos en cuatro secciones (fiebres, enfermedades mentales, heridos y úlceras e incurables) y otras tres que atendían a los pacientes ingresados y hacían de sanatorio para enfermos pobres que sólo abonaban unos mizcales.

En este Maristán se emplearon técnicas novedosas como la ventilación, la higiene en el hospital, la separación de contagiosos, la farmacopea, dietética, masajes e incluso ciencias innovadoras como la musicoterapia (apelando al murmullo del agua de las fuentes o a suaves melodías ejecutadas con el laúd, el qanún (psalterio) o la flauta de caña), para curar a los enfermos mentales.

El hospital se financiaba por donaciones económicas (sadaqa) y los diezmos procedentes de limosnas (Zakkat)

* Ya por último, aunque no entra en la medicina en sí, señalar la existencia de eremitorios (zawías) o tumbas de santones que tenían popularmente fama de milagrosos por la baraka o bendiciones que supuestamente ofrecían desde curar enfermedades como demencias mentales a la infertilidad de las mujeres. Solían estar atendidos por donaciones públicas de emires, privadas de musulmanes piadosos y bienes raíces.

  1. ISAAC HAMÓN, UN MÉDICO JUDÍO EN LA GRANADA NAZARÍ DEL SIGLO XV.

Gracias al testimonio de Yusef ben Verga, cronista sefardí tenemos esta curiosa anécdota que cuenta hasta qué punto era la fama que tenían los médicos judíos en el reino nazarí de finales del siglo XV y cómo el antisemitismo que vivieron los judíos en Sevilla llegó también hasta Granada. Dice así:

Vivía en Granada un médico del rey llamado Isaac Amón, de bendita memoria. Todos los días iba al palacio real a tratar a sus pacientes y a aconsejar a su rey (Muley Hacén, seguramente) y un día vio en la plaza a unos musulmanes que se estaban peleando. Isaac era prudente y quiso volverse atrás pero no pudo. Al pasar él por allí dijo uno de los musulmanes a uno de los que peleaban: -¡Por la vida de nuestro Profeta, deja a tu compañero y no le persigas! El que estaba peleando no le hizo ni caso. Entonces volvió a exclamar -¡Por vida del médico del rey, déjalo en paz! Entonces lo dejó. Inmediatamente se reunieron todos los musulmanes y comentaron: -¡Qué pena! ¡Fijaos hasta dónde ha caído nuestra religión! Le han jurado por la vida de nuestro Profeta y no ha hecho ni caso y cuando le han recriminado por la vida de un judío, entonces le ha dejado. Los judíos han levantado la cabeza hasta colocarla más alta que la de nuestro Profeta. ¡Levantemos nuestras espadas hasta exterminarlos! Entonces los musulmanes de Granada tomaron sus espadas y atacaron a los judíos que tanto habían conseguido medrar en su ciudad y en su reino. Los principales huyeron a refugiarse al palacio real, donde el rey les protegió. Los pobres, muchos de ellos, murieron y otros huyeron de Granada. A partir de aquél día los judíos principales de Granada, especialmente los médicos, cuando caminaban por la ciudad, trataban de pasar desapercibidos para no concitar las iras del pueblo que les odiaba por haber medrado tanto en el reino.

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